EL EMPRESARIO Alfonso Romo fue el gran perdedor en el equipo de Andrés Manuel López Obrador con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Y es que tanto en la campaña como en la transición, fue el enlace con la iniciativa privada y, sobre todo, la voz que daba tranquilidad a los inversionistas en medio de la estridencia de otros colaboradores del tabasqueño.
PARA NADIE es secreto que al interior del grupo compacto del Presidente electo existe una guerra entre moderados y radicales, que tuvo su momento más intenso cuando Paco Ignacio Taibo II descalificó públicamente a Romo.
EL NOMBRAMIENTO del regiomontano como futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, parecía indicar que AMLO favorecía su visión moderada. Inclusive, el propio Romo aseguró el 3 de octubre, en el foro de Grupo Financiero Santander, que la dizque consulta no iba a dar marcha atrás al NAIM.
PERO el Presidente electo sí dio ayer marcha atrás a la opción en Texcoco y a su lado estuvo un Romo serio y callado, muy callado.
NO SE lo digan a nadie, pero en exclusivo club de la inteligencia nacional existe mucha preocupación por la posible llegada de Joel Ortega a lo que será el nuevo Cisen. Y no sólo por el negro historial del ex perredista, sino por quien dicen que está detrás de él.
SEGÚN lo que se sabe -y vaya que se sabe mucho- en los pasillos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, con Ortega estaría operando desde las sombras el mismísimo Genaro García Luna, que tan mala fama le dio a las corporaciones policiacas durante los gobiernos panistas.
PARA QUIEN no lo recuerde, García Luna fue tanto director de la AFI como secretario de Seguridad Pública y a él se le deben escándalos tan sonados como el caso Florence Cassez, que propició un conflicto diplomático con Francia y exhibió la manipulación de la justicia mexicana.
¿A POCO en serio la Cuarta Transformación de la República incluye agua bendita para lavarle la cara a García Luna? Es pregunta secreta.
QUIENES saben de cuestiones diplomáticas dicen que invitar a Nicolás Maduro a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador no es por gusto sino por simple protocolo, dado que México y Venezuela mantienen relaciones.
LO QUE sí dependerá del próximo Presidente es decidir qué clase de recibimiento le dará al impugnadísimo mandatario venezolano: ¿lo recibirá el propio tabasqueño o mandará a un funcionario menor a darle la bienvenida? En ambos casos, el mensaje es claro y contundente. A ver qué decide AMLO... ¿o también lo va a someter a consulta?
Reforma
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