domingo, 24 de septiembre de 2017

El Tapado, ¿destapado?

Raymundo Riva Palacio.

1ER. TIEMPO: Los juegos de Peña Nieto. En la recta final por la sucesión de Arturo Montielen la gubernatura del estado de México, Enrique Peña Nieto llegó pensando que iba a perder la candidatura frente a Alfonso Navarrete Prida. Un amigo común los reunió en el restaurante Churchill en la Ciudad de México, para que llegaran a un acuerdo. Si ganas tú la candidatura, le dijo Peña Nieto, yo te apoyo; si soy yo, tú me lo das. Peña Nieto se quedó con ella sin problema y Navarrete Prida, que no pertenecía a su grupo político, no fue desplazado pero sí colocado en un asiento secundario durante los años por venir. Peña Nieto ya era un jugador de ajedrez en el tema electoral. Cuando le tocó decidir su sucesión en el estado de México, dos meses antes de inclinarse por Eruviel Ávila le dijo a un numeroso grupo de comunicadores que la decisión estaba entre Alfredo del Mazo y Luis Videgaray. Tres días antes de que trascendiera que Ávila era el elegido, Peña Nieto le dijo a Videgaray que no sería él. Pero en la víspera del destape priista, le hizo creer a sus más cercanos que la decisión iría por Del Mazo, y así se publicó en varias columnas políticas al día siguiente. En la sucesión más importante que tiene, el candidato del PRI a la Presidencia, Peña Nieto ha estado jugando, a través del coordinador priista en el Senado, Emilio Gamboa, sobre cuatro nombres, José Antonio Meade, José Narro, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong. Quienes mejor conocen a Peña Nieto saben que esa decisión será absolutamente íntima, donde podrá escuchar opiniones de cercanos a quienes se las permita, pero no los hará copartícipes de su resolución. No es posible leer a Peña Nietosobre cuáles son sus intenciones, y sólo se puede entender su forma de pensar y actuar de manera retrospectiva. Lo único que ha dicho a sus cercanos es que, como siempre, “voy a engañar con la verdad”. Pero ¿cuál es esa verdad? Dentro de Los Pinos y en el entorno más informado señalan que si el Presidente decidiera con el corazón, su candidato sería el secretario de Educación. Que si decide sobre el más completo para gobernar, sería el secretario de Hacienda. Que si quiere tener un gran candidato y un gran Presidente, la persona sería el secretario de Salud. Y que si quiere un todoterreno, ése es el secretario de Gobernación. ¿Con cuál de ellos gana? Eso es lo que nadie sabe porque él no lo dice. Pero en su entorno coinciden: Osorio Chong y Meade, tendrían que ser las opciones.


2DO. TIEMPO: El cuatro por cuatro que no aman. Desde hace un buen tiempo, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, parece un personaje al que aísla la mayor parte del gabinete. La percepción de muchos, alimentada por el queso gruyere que existe en Los Pinos, donde la indiscreción de sus funcionarios ha generado confusión y desinformación en la opinión pública, es que el presidente Enrique Peña Nieto le perdió la confianza y con ello, sus posibilidades de sucederlo. Es cierto que durante la última parte del conflicto magisterial, hace ya casi dos años, el Presidente se molestó por la forma como Osorio Chong lastimó públicamente al secretario de Educación, Aurelio Nuño; también lo es que Peña Nieto es muy pragmático y no rencoroso. De hecho, si los discursos fueran señal, el mensaje político en su Quinto Informe de Gobierno pintó un país que necesitaría que en el timón del barco estuviera un político que supiera de seguridad. O sea, Osorio Chong. ¿El 2 de septiembre definió el 2018? Con Peña Nieto aún al volante del gobierno, nada se puede asegurar. Después del informe, el Presidente colocó a su secretario de Gobernación en la coordinación de todos los trabajos en la emergencia de Chiapas y Oaxaca por el sismo, que no ha sido la norma en otros desastres, donde responsabilizó de ello a diferentes miembros del gabinete. Visto bajo categorías usadas por otros presidentes, Peña Nieto marcó lo que cree, necesita el país para el próximo sexenio —restablecer la seguridad y la paz— e inmediatamente colocó a quien está encargado de ello, en el centro de todo para recibir los reflectores. La estrategia de seguridad del gobierno ha fracasado, pero Peña Nieto compró la explicación de Osorio Chong de que el problema no es federal, sino de los gobernadores, como lo dijo también en el mensaje del informe. En ese sentido, el secretario de Gobernación está vacunado. Y si quiere a un todoterreno para conducir el país, no habría mejor que nadie, a su juicio, que quien despacha en Bucareli.

3ER. TIEMPO: Muévete, mídete, pruébate. Uno de los dirigentes del PRI, recordando la Asamblea Nacional del partido en agosto, afirma que el partido no necesitaba eliminar ningún candado para la candidatura presidencial, porque era innecesario, y el presidente Enrique Peña Nieto podría haber escogido a quien deseara. Pero la eliminación del candado tuvo un efecto central, porque al acotar las posibilidades de sólo uno de los aspirantes a la candidatura, José Antonio Meade, que no es ni militante del PRI —podría haber sido candidato sin problema en una alianza—, la percepción que quedó tras su cancelación era que tenía un beneficiario directo en el secretario de Hacienda, por lo que Peña Nieto había mostrado interés específico en meterlo en la contienda. Meses antes, el Presidente ya le había autorizado a Meade que comenzara a moverse, pero no que buscara financiamientos o construyera acuerdos políticos, sino que respetara los tiempos del PRI. Así lo hizo, pero tras el Quinto Informe de Gobierno, el metabolismo cambió en la precampaña de Meade, quien intensificó sus giras por el país al tiempo que el Presidente, en su inspección reciente de Chiapas tras el sismo, se hizo acompañar de manera muy sobresaliente por él. Meade ya se subió las mangas y comenzó a pelearse con Andrés Manuel López Obrador, entrando directamente a la disputa en la arena pública; y cuando por razones de ley todos los secretarios tendrán que dejar de difundir sus acciones, el secretario de Hacienda tendrá exposición libre durante las negociaciones del presupuesto. La carta de Peña Nieto con Meade parece en público imbatible, pero puede ser un bluf como los que acostumbra, y utilizarlo para desviar su verdadera atención. Puede ser lo mismo con Miguel Ángel Osorio Chong y nadie ve cómo, volviendo a citar al Presidente, está engañando con la verdad.

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