lunes, 18 de septiembre de 2017

Crónica: Vivir con miedo…


Carlos Alberto Hernández



Una réplica más del terremoto de 8.2 grados, ocurrido el pasado 7 de septiembre, acaba con la ilusión de recuperar la normalidad en la región del Istmo de Tehuantepec.

Casi nadie puede sonreír, las edificaciones derruidas, aunado a la falta de luz y agua potable son parte del escenario actual en una de las ciudades más devastadas en Oaxaca.

Los movimientos violentos de la tierra no cesan y recuerdan continuamente la vulnerabilidad de las construcciones que siguen en pie y la vida misma de quienes buscan volver a la normalidad.

La catástrofe que dejó el terremoto en la tierra del totopo, camarón y queso seco, ha paralizado el día a día de los habitantes, luego del 7 de septiembre, a decir de su gente, Juchitán ya no es el mismo.

Caminar por sus calles, obliga a sortear escombros, escuchar lamentos de los afectados y palpar la tragedia.
El Istmo de Tehuantepec, es la zona más castigada por el movimiento telúrico de magnitud 8.2, ocurrido el pasado 7 de septiembre y que dejó hasta el momento 78 muertos en Oaxaca y unos 100,000 damnificados.

A diferencia de unos días atrás, hoy los colores son grises y sombríos y el ambiente es de tristeza y desolación.

Pese a que los apoyos llegan de manera rápida, resultan insuficientes para los miles de ciudadanos que aún no retoman su vida cotidiana y mucho menos tienen un ingreso.

Taxistas, empleados de mostrador, comerciantes, vendedoras del mercado (hoy derruido), saben de su fortaleza que los ha caracterizado por décadas para salir adelante de la tragedia y pueden estar seguros que cuentan con el apoyo de todos los mexicanos.

La comida, los textiles, las tradiciones y su gente, son parte de la magia que hace de Juchitán, tan grande y entrañable de Oaxaca.

En Juchitán cuna del matriarcado, las mujeres son las que toman las decisiones más importantes y quienes administran la economía familiar en momentos tan difíciles.

Una semana después de la tragedia, son ellas las que toman el mando y organizan a su gente para administrar y distribuir la comida y el agua que envían, conocidos y también desconocidos.

A pesar de no tener una economía boyante, miles de oaxaqueños se han despojado de algo para ayudar a sus hermanos en desgracia, la prueba son las enormes caravanas de vehículos particulares con despensas, agua y ropa para los damnificados.

Las constantes réplicas del sismo del jueves pasado, no solo rompieron estructuras de concreto y acero, sino también la confianza y la tranquilidad de toda la sociedad.


Instala Toledo cocinas en Juchitán

El artista y pintor zapoteca Francisco Toledo instaló 30 cocinas comunitarias en su natal Juchitán, las cuales han apoyado a sus paisanos, quienes vivieron la desgracia de perder sus casas y otros a sus familiares.

Cerca de 3 mil personas se han beneficiado por los alimentos preparados en las cocinas comunitarias, que se encuentran distribuidas en Juchitán, y una más en Santa María Xadani, población vecina que también fue afectada por el sismo.

Los coordinadores forman parte de la Asociación Civil Amigos del IAGO A.C., que tiene un espacio el cual funge como bodega, y cada tercer día abastecen de alimentos como azúcar, café, arroz, frijol, lentejas y café a las cocineras. (Agencia Reforma).

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