jueves, 13 de julio de 2017

Ese hoyo negro…

Yuriria Sierra

“Esta obra tiene un costo de dos mil 200 millones de pesos (...) Se cambió el material de asfalto a concreto hidráulico, un material mucho más resistente que, sin duda, le va a dar una vida de cuando menos 30 o 40 años, sin tener que hacer ninguna reparación, porque el concreto de asfalto es mucho más sensible al calor, a la lluvia...”, así presumía el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, el Paso Exprés de Cuernavaca, horas antes de su inauguración. Él mismo estaba al volante mientras daba este mensaje en un video, de diez minutos de duración, que se encuentra en el canal de YouTube de la SCT. Qué orgullosos estaban todos. Una obra que se convertiría en un símbolo de la infraestructura que sería presumida por años por quienes hoy forman parte de este sexenio. No cabían de gusto.

En otra parte del video, Ruiz Esparza detalla que para la construcción del Paso Exprés se tuvo que dotar de servicio de drenaje a las comunidades que rodean la construcción, además de una línea hidráulica de dos kilómetros de longitud: “Viene conmigo el Ing. Clemente Poon Hung, el director general de carreteras; viene también José Luis Escobedo, director general del Centro SCT en el estado de Morelos, y que han sido prácticamente los responsables de la ejecución de esta importante obra...”, agregaba sonriente.

Pasaron tres meses, solamente tres meses. Noventa días para que esa sonrisa se le borrara del rostro al secretario. En la obra que tanto presumieron, se abrió un socavón a la altura del kilómetro 93, en la comunidad de Chipitlán, Morelos, que se tragó un auto con dos personas, ambas, padre e hijo, murieron. El concreto hidráulico que duraría hasta 40 años sin una sola reparación, sólo duró tres meses. Y como si el hecho necesitara elementos para considerarse lamentable, el mismo secretario, al asistir al lugar del accidente, expresó: “Un drenaje que está por debajo de la carretera y que ha funcionado bien a lo largo de 40 años, ayer, lamentablemente se taponeó, reblandeció el suelo, de abajo de la carretera, esto ha pasado en Huixquilucan, nos pasó en Cancún y lamentablemente pasa aquí, se reblandece el suelo y viene un socavón (...) Cuando vienen este tipo de lluvias y el acarreo de basura de las zonas urbanas, es lo que provoca esto”. En pocas palabras, para el secretario: la culpa es de la lluvia y el subsuelo. ¿Y no que el drenaje lo habían construido junto con el Paso Exprés?

Aldesa fue la empresa que se hizo cargo de la construcción, es un consorcio formado por dos empresas españolas, Aldesem y Epccor, y que inicialmente firmó un contrato para esta obra en 2014. El presupuesto en ese entonces ascendía a mil 45 millones de pesos. Pero para terminar la construcción hicieron falta otros nueve contratos por un monto total de mil 152 millones de pesos más. La SCT también pagó 38 millones de pesos para una ampliación y otros 42 millones de pesos para que otra empresa, Desarrollo de Ingeniería Civil y Tecnología S.A. de C.V., supervisara el desarrollo de la obra. Una millonada que no sirvió para un carajo. Aldesa ha estado a cargo de obras como la autopista Durango-Mazatlán, la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional de Cancún, la construcción, operación y mantenimiento de la Autopista Siglo XXI en Morelos y la autopista Tuxtla Gutiérrez-San Cristóbal en Chiapas. Ayer, Carlos Loret escribía en Twitter que también está a cargo de la torre de control del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Aldesa no es una empresa desconocida en los concursos de licitación de obras federales. Por ello es que más dudas surgen respecto de este lamentable hecho, una empresa con tal cantidad de licitaciones y de experiencia en construcción, tendría que haber realizado los estudios de suelo necesarios para evitar un accidente como el que ocurrió. La SCT debió pedírselos o debió hacerlos.

Usuarios en redes sociales recordaron que habitantes de las comunidades aledañas al Paso Exprés habían alertado de los riesgos de un deslave que llegaron junto con la temporada de lluvias. Incluso circula un documento, con fecha del 30 de junio de 2017, en el que se especifica que un muro levantado durante la construcción del Paso Exprés estaba a punto de colapsarse. La carta fue enviada a José Luis Alarcón, el director de la SCT de Morelos y quien aparece sonriente en el video de Ruiz Esparza que comentamos al inicio, y lo firma Mario Meneses, ayudante municipal de Chipitlán. La alarma, evidentemente, no fue atendida.

¿Cómo nos va a justificar hoy el gasto que se hizo para este Paso Exprés, si vemos que su “magna obra” duró apenas tres meses? ¿Cómo fue gastado ese presupuesto? ¿Debemos apelar a la vieja usanza de que una buena parte del mismo se fue en “moches”, en “comisiones”, en gastos “varios” (es decir, todo el costo de la cada vez más desbordada corrupción en este país) y se terminó la obra así, con materiales patito? ¿Para la SCT bastará con adjudicar el compromiso a la empresa responsable? ¿Qué la Secretaría no supervisó? ¿Nadie al interior de la dependencia tuvo el más ligero pudor para estar al tanto de la calidad de la obra que se levantó? ¿Sólo les importó presumirla? ¿Así como ahora sólo les importa echarle la culpa a la lluvia? Porque ese hoyo negro, el de la corrupción y de la incompetencia que siempre trae consigo, no es culpa ni del clima ni de la basura… o sí: de la basura moral.

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