miércoles, 26 de julio de 2017

Delegado, ¿narco?

Manuel López San Martín 

Las sospechas rodean al jefe delegacional en Tláhuac, Rigoberto Salgado, tras el abatimiento de Felipe de Jesús Pérez Luna, “El Ojos”. Está contra las cuerdas. Los señalamientos lo apuntan. Las historias negras se le acumulan. Las pruebas, llueven. El vínculo entre el delegado de Morena y el criminal que controlaba buena parte de la venta de droga en el oriente del Valle de México, ya es innegable.

Las autoridades –tanto federales como de la PGJ- no lo dicen en público, aún, pero una de las líneas de investigación que siguen pasa por el financiamiento que “El Ojos” y su organización habrían dado a la campaña del hoy delegado, en 2015. La indagatoria se recarga en los antecedentes del delegado y sus hermanos, Ricardo y Rosendo, y su relación con Pérez Luna, de quien sería amigo hace años.

Sobre Ricardo, líder de los mototaxistas que servían de halcones y mensajeros, nos adelantan, está por emitirse una orden de aprehensión. Las autoridades han documentado que es un activo de la organización en tareas de vigilancia en antros y “chelerías” de la demarcación, además de controlar la red de mototaxis.

Rosendo, por su parte, es el brazo político que se convirtió en hombre de confianza de AMLO, tanto que le encargó el financiamiento y coordinación de Morena en Durango, donde lo hizo delegado del partido.

En Tláhuac, coinciden las indagatorias locales y de la PGR –alimentadas por la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda-, cogobierna el narco. Resulta inverosímil aceptar la primera explicación pública del delegado tras los hechos: que no conocía las operaciones de “El Ojos” y su banda. En privado, matizó con la secretaria de Gobierno de la Ciudad Patricia Mercado, cuando lo llamó a cuentas: que no sabía el tamaño de la presencia; que avisó desde hace meses a la SSP capitalina.

En las indagatorias también se apuntan las sospechosas propiedades y bienes. Particularmente las casas del delegado -monitoreadas por un sistema de videovigilancia-, sus hermanos y su madre, así como el boyante crecimiento de un restaurante propiedad de la familia que cuadruplicó su tamaño y hasta sucursales en otras entidades abrió.

Todo eso está contemplado en la averiguación que amenaza con salpicar a otros si en Morena no pintan su raya con Salgado, aunque en los hechos eso represente abandonar a quien, desde al menos 12 años, trabaja cerca de AMLO.

Quizá por eso Martí Batres, presidente de Morena en la CDMX, ha tratado de desmarcarse. Quizá por eso la jefa delegacional en Tlalpan –otro territorio dominado por “El Ojos”- Claudia Sheinbaum quien tenía –¿o todavía tiene?- en el delegado uno de sus principales porristas para hacerse de la candidatura al gobierno de la capital, busca deslizar la versión de que no son cercanos.

Igual de irrefutable que las sospechosas ligas de Salgado con “El Ojos”, es que el delegado no se hizo del cargo solo.

-Off the record

El presidente Enrique Peña Nieto y el abogado de Javier Duarte, Marco Antonio del Toro fueron compañeros de salón y banca en la Universidad Panamericana. Aunque presume racha perfecta, un maestro que tuvieron en común ha sido el único que le ha ganado un caso a del Toro, Juan Velásquez, cuando el Pemexgate.

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