miércoles, 28 de junio de 2017

La mañana que nunca olvidará René Bejarano *

Marco Levario Turcott

René Bejarano Martínez nunca olvidará la mañana del 3 de marzo de 2004.

El diputado local y dirigente del PRD asistió a la avenida de Chapultepec 18 de la Ciudad de México, a la entrevista con Adela Micha y Leonardo Kourchenko que transcurrió tranquila. Al salir del foro fue invitado a otro programa de Televisa, “El Mañanero”, conducido por Víctor Trujillo en su caracterización de “Brozo”. Minutos antes, el entonces diputado federal por el PAN, Federico Döring, había entregado un video donde se mira al coordinador parlamentario del PRD en la ALDF, René Bejarano, recibiendo fajos de billetes de parte de un hombre con el rostro difuminado (el dirigente político se llevó hasta las ligas en que estaba ordenado el dinero); después supimos que ese hombre era el empresario Carlos Ahumada Kurtz. Al ser cuestionado por Brozo, el líder perredista aceptó haber recibido el dinero y señaló que era para los gastos de la campaña de la candidata del PRD a la delegación Álvaro Obregón, Leticia Robles Colín.

El 4 de noviembre de ese mismo año, Bejarano fue desaforado como diputado local y seis días después ingresó al Reclusorio Sur, acusado de uso de recursos de procedencia ilícita y lavado de dinero, cargos por los que fue absuelto el 6 de julio de 2005. El material se grabó el 21 de abril de 2003, cuando el perredista había dejado la secretaría particular del gobierno del Distrito Federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador y antes de que ser electo diputado de mayoría relativa en los comicios intermedios de aquel año.

El escándalo fue enorme, y aumentaría al difundirse otros videos donde más líderes del PRD recibieron dinero del empresario Ahumada. Los medios de comunicación amplificaron aquella transgresión ética de Rene Bejarano al anteponer las imagenes sobre cualquier otra opinión o matiz, por ejemplo el aspecto fundamental del régimen de fiscalización de los recursos de los partidos políticos. Es decir, aunque la avidez que el líder del sol azteca mostrara por esos fajos de billetes fuera, en efecto, impactante, el acto no se diferencia sustancialmente de todo aquello que transcurre sin que existan videos pero que implican igualmente transgresiones, y las cantidades económicas que circulan son formidables. Pero no, cuando podría suponerse que esta espiral de escándalo condujera a una reforma para fortalecer los candados con que circula el dinero entre los partidos, el énfasis solo se puso en el cuestionable acto del líder de Izquierda Democrática Nacional de PRD y en el conocido recurso retórico de Andrés Manuel López Obrador que adujo que todo esto era una trampa de la mafia al mismo tiempo que se deslindo de Bejarano. Precisamente porque el escándalo no condujo a nada más que a la burla y al escarnio de ese personaje –en efecto impresentable-- es que en el transcurso de los años hemos asistido a transgresiones similares y al mismo tipo de respuestas, digamos, catárticas y fugaces. Al recordar episodios como este, es como si el tiempo no pasara y como si los medios de comunicación no registraran su papel de comparsa para que no se atiendan los temas de fondo porque prefieren la magnitud del escándalo que el análisis sereno.

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