Ante el deterioro en su salud por la búsqueda de sus desaparecidos, familiares de víctimas exigen que el Estado responda por su atención médica.
Aunque son reconocidas como víctimas, ya sea a nivel estatal o federal, las autoridades encargadas de su cuidado, como la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), no cubren los gastos de ciertos padecimientos, argumentando que no hay correlación entre la enfermedad y el hecho victimizante.
Quienes buscan a un pariente desaparecido enfrentan estrés, desvelos, mala alimentación y cambio en su estilo de vida, lo cual termina por mermar su salud.
Males como diabetes, hipertensión o incluso cáncer se agravan porque los familiares no tienen recursos para atenderse, pues dejan de trabajar o gastan la mayoría de su ingreso en la búsqueda.
"Muerte silenciosa", así llama a este fenómeno Araceli Rodríguez, quien busca a su hijo Luis Ángel, un policía federal desaparecido en 2009.
Ella ha observado cómo la salud de quienes buscan a sus familiares se deteriora hasta la muerte, como le ocurrió a Margarita Santizo, quien en octubre de 2014 fue velada frente a la Secretaría de Gobernación tras morir sin hallar a su hijo Esteban, también agente federal.
El caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa no queda fuera de este fenómeno y un grupo de especialistas denominado Red por la Salud 43 ha dado seguimiento a los familiares de los estudiantes.
Avelina Landaverde, antropóloga médica de la red, explicó que analizaron el cambio en el modo de vida de los familiares en aspectos como la alimentación, actividad física y descanso.
"De ser personas muy activas en el campo pasaron a ser sedentarias, personas que no tenían diagnósticos anteriores comenzaron a tener factores de riesgo, hipertensión, obesidad, diabetes, y las que ya tenían un diagnóstico previo se ha complicado", advirtió.
Organizaciones civiles como I(dh)eas y Fundar, que acompañan a familiares de desaparecidos, lamentaron que a nivel federal la CEAV se niegue a atender sus padecimientos.
"La CEAV desconoce la enfermedad sin realizar un análisis científico, en un caso nos enviaron un oficio diciendo que no hay relación de la enfermedad con el hecho victimizante, pero para llegar a esa conclusión no ha hecho ningún análisis", criticó Juan Carlos Gutiérrez, director de I(dh)eas.
Ximena Antillón, investigadora de Fundar, señaló que la CEAV incluso le pide a los familiares que sean ellos quienes demuestren que dicha correlación existe.
Cristina Mendoza, responsable de los programas de salud mental y apoyo psicosocial para México y América Central del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), comentó que son comunes los padecimientos asociados a la depresión o ansiedad, pero aclara que también existen padecimientos psicosomáticos.
"No me refiero a padecimientos inventados o psicológicamente inventados, sino que siempre existe una correlación entre el estado emocional y la expresión en el cuerpo, eso sí se sabe, que existe un impacto del estrés en la salud física", explicó.
Carlos Beristain, doctor en psicología que formó parte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que colaboró en el caso Ayotzinapa, destacó que en México las desapariciones son recientes y eso genera angustia adicional.
"Se debería hacer un estudio en México de las secuelas y la salud en general de los familiares, para ver qué políticas hay que implementar y cómo enfrentar esas consecuencias", planteó.
'No duermo cuatro horas'
María Padilla lleva más de siete años sin poder dormir más cuatro horas seguidas, desde que en octubre de 2010 su hijo Cristian fue desaparecido por policías municipales en Poza Rica, Veracruz.
A sus 57 años ahora padece gastritis, colitis nerviosa, diabetes y depresión, además de que le extirparon un tumor de mama hace casi un año.
Aunque está en el registro nacional de víctimas, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) no se hace cargo de sus medicinas.
"Medicamentos de más de mil pesos, imagínate, la economía se viene abajo cuando tenemos un evento de estos, ya que no podemos trabajar y tenemos que gastar mucho en transportes, hotelitos, copias y entonces no tomas el medicamento porque no lo tienes.
"Son siete años de que se llevaron a mi hijo y desde entonces una noche no es de más de tres o cuatro horas de sueño, nunca duermo más y a veces no duermo nada, y luego es ir a pelear con las autoridades, es sentir impotencia, un coraje por dentro que no puedes manifestar", lamentó.
A Gloria Vázquez, quien busca a su hijo desaparecido en 2014 en Fortín, Veracruz, dos doctores, uno que la trata por falta de memoria y otro que le da seguimiento a un problema de várices, le han dicho que sus padecimientos son reflejo de lo que ha sufrido.
"El médico nuclear me dijo que todo lo que yo cargo se manifiesta en mi pierna", comentó.
César Martínez/REFORMA
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