lunes, 6 de noviembre de 2017

Reforma y libertad.


"El pensamiento está libre de impuestos". Martín Lutero

Cuenta la tradición que el 31 de octubre de 1517, en la víspera del Día de Todos los Santos (sí, Halloween), un monje agustino de 33 años llamado Martín Lutero clavó unas hojas con 95 tesis sobre la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg en Alemania. Los historiadores cuestionan si realmente este profesor de teoría moral fijó el documento sobre la puerta, pero sabemos que sí lo envió al arzobispo de Maguncia, Alberto de Brandeburgo.

El documento era una disputación, o argumentación, contra la venta de indulgencias, o remisiones de penas por pecados, que la Iglesia Católica promovía para hacerse de fondos. Con el tiempo, ese acto de rebeldía llevó a una escisión de la Iglesia, más importante quizá que el cisma de 1054 que separó a la Iglesia de Roma de las iglesias ortodoxas de oriente.

El papa León X ordenó a Lutero en 1520 que se retractara de sus escritos. Ante su negativa, el papa lo excomulgó y el emperador Carlos V ordenó su proscripción. Lejos de borrar su influencia, sin embargo, estas medidas la multiplicaron.

Ya sin la disciplina de Roma, Lutero exploró nuevos puntos de discrepancia con la Iglesia. Cuestionó la autoridad del papa y consideró que la Biblia debía ser la fuente de todo conocimiento sobre religión. Para ayudar a este conocimiento, tradujo la Biblia al alemán.

Al rechazar la facultad del papa, o de la Iglesia, para otorgar indulgencias, Lutero consideró que sólo la fe y la gracia de Dios pueden dar salvación. En consecuencia, rechazó el papel del libre albedrío en la remisión de los pecados. Negó también la doctrina católica de transubstanciación, según la cual el pan y el vino de la eucaristía se transforman en cuerpo y sangre de Jesucristo, y sostuvo la de consubstanciación, conforme a la cual las sustancias del cuerpo y la sangre de Jesús coexisten con las del pan y el vino. Cuestionó también el celibato sacerdotal y contrajo matrimonio con una monja, Katharina von Bora.

La erosión de autoridad por la rebeldía de Lutero ayudó al estallamiento de la guerra de los campesinos alemanes de 1524 y 1525, que dejó más de 100 mil muertos. Ésta fue la primera de una serie de guerras de religión que sembraron muerte y destrucción en la Europa de los siglos XVI y XVII.

Lutero ha sido visto por sus seguidores (que él insistía debían llamarse cristianos o evangélicos, no luteranos, porque él no era Cristo) como un gran libertador. Y lo fue en muchos temas. La difusión de su trabajo fue producto de la imprenta de tipos móviles que acababa de ser desarrollada. Su insistencia en la lectura directa de la Biblia no sólo fijó la lengua alemana, sino dio impulso a la educación, hasta entonces reservada a nobles y a clérigos.

Los temores de que la pérdida de autoridad generaría violencia, sin embargo, se vieron confirmados en guerras en que unos cristianos mataban a otros por temas como la transubstanciación, que nadie entendía. Con el tiempo la propia Iglesia de Lutero se dividió una y otra vez. El rechazo al libre albedrío fue una paradójica consecuencia de una visión que negaba la autoridad papal y que llevó a la persecución de judíos y supuestas brujas y al puritanismo exacerbado.

A 500 años de distancia es claro que la reforma protestante fue un histórico acto de rebeldía contra el papado. Por eso es quizá tan paradójico que haya borrado también ciertas libertades. La historia no está hecha de negros y blancos, sino de una cambiante gama de grises.

RIVIERA

En enero-septiembre de este 2017, Cancún y la Riviera Maya recibieron 7.6 millones de visitantes. La tasa de ocupación de 82.9 por ciento, dos puntos más que en el mismo periodo de 2016, parece imposible (Estudio Turista, Marketing Consultants). El reto es seguir creciendo sin dañar el ambiente.

Sergio Sarmiento/REFORMA

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