Luis Felipe Bravo Mena
“No hay camino, se hace el camino al andar”. Machado
El PAN, PRD y Movimiento Ciudadano lograron un primer acuerdo aliancista de cara a los comicios del año próximo. Sus dirigentes se apersonaron en el INE para registrar al Frente Ciudadano por México (FCxM); fase preliminar de lo que se proyecta como una potente coalición electoral.
El FCxM nace, digámoslo así, con cierta vocación revolucionaria; está orientado no sólo a competir por la Presidencia de la República y por los miles de cargos de elección popular que estarán en juego en 2018, sino para lograr una cambio de estructuras sociales, políticas y económicas en nuestro país.
Obtuvo su primera victoria al estrenarse espectacularmente en la arena legislativa. Obligó al PRI-gobierno a recular en su propósito de imponer al llamado fiscal carnal, pieza clave del plan de impunidad transexenal que cocina el grupo en el poder. Fue un éxito alineado a la transformación nacional que persigue el FCxM.
Su promisorio debut no se explica si no estuviera precedido del paciente y discreto diálogo multipartidista que logró juntar el agua de Acción Nacional con el aceite de la centro izquierda mexicana, representada por las versiones moderadas cohabitantes en el Sol Azteca y el movimiento naranja comandado por Dante Delgado.
El núcleo ético que justifica al FCxM, está en su doctrina.
Principios :
I.— Alinear todas las acciones de gobierno hacia un fin último y superior: el derecho de todos los mexicanos a conquistar la felicidad.
II.— Crear un nuevo sistema de pesos y contrapesos, transparencia y rendición de cuentas.
III.— Dignificar el servicio público.
IV.— Impulsar un modelo de desarrollo en el que el Estado sea promotor activo del crecimiento económico con equidad.
V.— Transitar a una sociedad de derechos.
VI.— Construir instituciones policiacas y de administración de justicia honestas, confiables y eficaces.
VII.— Garantizar el respeto y la preservación de los recursos naturales.
VIII.— Establecer la democracia interna y garantizar la representatividad ciudadana en los partidos políticos.
Ejes programáticos:
1.— Poner a las personas en el centro de la vida pública.
2.— Gobernanza ciudadana.
3.— Incentivar la movilidad social y la libertad personal para el pleno desarrollo de las personas.
4.— Innovación en el combate de la desigualdad.
5.— Desarrollo humano y crecimiento con equidad.
Este planteamiento sustantivo es un buen comienzo para el esfuerzo de integrar un ejército político plural sobre una base sólida, de bases comunes superiores, por encima de las legítimas divergencias subsistentes, sin que a ninguna de las partes se les exija renunciar a sus convicciones.
El primer paso ya se dio; sin embargo aún no es tiempo de echar las campanas al vuelo. Cierto, sus artífices han demostrado que tienen la suficiente capacidad y voluntad política para detonar el proceso coalicionista, han tejido una fina pieza de filigrana doctrinaria, la naciente sociedad partidaria cuenta con robusto capital de poder real y el sujeto político en ciernes tiene, ni duda cabe, potencial triunfador.
Pero entre los hercúleos trabajos que aún le aguardan para consolidarse está la lidia con sus enemigos internos y externos. Entre los primeros, las ambiciones de individuos y facciones en las filas de los partidos que no ven mas allá de su particular interés, los que no dudarán en conspirar contra el FCxM si sus pretensiones no se satisfacen. También están los puristas ideológicos, quienes recelan de cualquier ejercicio de pragmatismo positivo. Afuera, el PRI-gobierno ya debe tener sembrada una batería de traiciones, difamaciones y maniobras para dinamitarlo. No debe olvidarse que existen muchos vasos comunicantes entre el régimen y elementos de la oposición utilizables para barrenar al Frente. AMLO, por su parte, acelerará su estrategia sangradora del PRD.
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