Elisa Alanís
Dentro de un año habremos votado por nuevos gobiernos en México. Estarán por concluir seis largos años.
Frente a los peligros que representan el populismo, la ultraderecha, las pulsiones autoritarias y conservadoras, comienzan a escucharse voces progresistas. Hablo del mundo.
En diversos países surgen personajes que, por lo menos de entrada, se muestran atractivos.
Los procesos electorales recientes dejaron a gente despreciable, como Donald Trump. Pero también figuras interesantes, como Bernie Sanders.
En el Reino Unido, por ejemplo, Jeremy Corbyn sorprendió. No lo esperaba la conservadora Theresa May. Ella convocó a elecciones anticipadas pensando que se llevaría carro completo. El Partido Laborista obtuvo 31 asientos más y le arrebató la mayoría parlamentaria.
¿Qué decir de Macron? En pleno Día de la Bastilla se vio que tiene más en común con Trump de lo imaginado. Pero es el hombre liberal que empezó desde abajo en la contienda francesa y venció a la ultraconservadora Le Pen.
En los Países Bajos hay que seguir los pasos de Jesse Klaver, a quien muchos apodan el Trudeau holandés.
En Canadá está el mismísimo Justin Trudeau, quien después de medir la estatura de Donald, se reunió con Obama para discutir la promoción de nuevos liderazgos en la región.
Lo dicho, mientras ellos piensan en la siguiente generación de líderes, en México no existe la primera. De los jóvenes que presumió Enrique Peña Nieto, ni hablar. Están en la cárcel, perseguidos, fugados o señalados. ¿Qué sigue?
¿La opción es López Obrador? ¿O de plano volver a los Calderón Zavala? ¿O, a poco, que permanezca el PRI?
¿No hay por ahí un Corbyn que diga, “yo”?
¿Un Klaver?
Lo busco, lo busco y no lo busco, dirían en la bella Mérida.
Por más que quieran forzar la comparación, ni Ríos Piter ni el decepcionante Mancera son Macron. Como tampoco José Narro es el Bernie Sanders de la República. Por un tiempo pareció un digno rector. Pero luego de hacerse de la vista gorda con la venta de droga en la UNAM se fue a Chiapas a inaugurar, junto con Manuel Velasco, hospitales “fachada”. Lucró políticamente con la autonomía universitaria, la enfermedad y la pobreza. No se vale.
La sociedad está harta de secretarios de Estado que no rinden cuentas. Que quieren lavarse las manos frente “al mal rato” de las víctimas mortales del socavón. Que piden tener fe en la PGR que investiga a Duarte.
Está fastidiada de tanta simulación por parte de institutos dizque autónomos. Tanto cinismo y saqueo de gobernadores, legisladores y jueces corruptos. De colusión e impunidad.
Comienzan las respuestas. Surgen movimientos ciudadanos vigorosos que podrían construir a mediano plazo un andamiaje institucional distinto. Para que en próximas generaciones lleguen mujeres y hombres comprometidos con los derechos y libertades de México y del mundo. Independientes, progresistas. Más trudeaus y menos peñas.
¿Por qué no?
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