miércoles, 9 de enero de 2019

Telefonía celular comunitaria revoluciona zonas indígenas de Oaxaca


“Ahora estas comunidades se comunican con sus familiares en los Estados Unidos, muchos de aquí son migrantes, también pueden enviar mensajes de textos". Foto Cuartoscuro / archivo
Diana Manzo

Juchitán. Cuarenta y dos pesos es la tarifa mensual que al menos 5 mil usuarios de 16 localidades, las cuales abarcan 67 comunidades especialmente de la sierra y la mixteca de Oaxaca pagan al mes y gozan de servicio de “telefonía celular comunitaria” mediante el proyecto llamado “Telecomunicaciones Indígena Comunitaria”, cada comunidad al adquirir su equipo y antenas automáticamente se coordina y se organiza para distribuir el servicio entre los suyos, todo es sustentable.

Este proyecto se expandió en el 2016 en Oaxaca y fue creado en el 2009 por el activista de origen estadounidense Peter Bloom —creador de Rhizomatica, organización que promueve nuevas tecnologías de comunicación— llegó a Oaxaca con la finalidad de solucionar las necesidades de comunicación y como un derecho a comunicarse de forma libre y no como un negocio de telefonía celular.

“Ahora estas comunidades se comunican con sus familiares en los Estados Unidos, muchos de aquí son migrantes, también pueden enviar mensajes de textos y para este mes de enero se prevé tengan acceso a internet por la opción satelital”, explica Javier de la Cruz, ingeniero originario de Juchitán pero que desde hace 3 años trabaja extendiendo redes de telefonía comunitaria.

Los habitantes de Villa Talea de Castro, localidad ubicada en la región de la sierra oaxaqueña fueron los primeros usuarios que gozaron de la telefonía celular comunitaria, allá en el año del 2016 y en este 2019 será la comunidad de Yutanduchi de Guerrero en la mixteca oaxaqueña la que gozará de este servicio.

Javier de la Cruz encargado del área de soporte explica que las comunidades, aquellas que principalmente se rigen por usos y costumbres han sido ejemplo claro de organización y han preferido ser “socios” de la asociación de telecomunicaciones porque así lo son una vez que adquieren el equipo que “simples consumidores”.

Dijo que el requisito para ser socio es que en las asambleas comunitarias acepten “parejo” o al menos la mayoría y con ello se les asigna su equipo de telefonía, sus antenas y una capacitación.

“No hay una cantidad mínima de usuarios, lo que se busca es contribuir a bajo costo para que las comunidades se comuniquen, ese es el objetivo fuerte que tenemos, una vez que adquieren sus equipos a un costo operativo de 180 mil pesos, se les capacita para su organización y con ello comienzan a tener telefonía celular”.

De los 42 pesos que mensualmente paga cada usuario, se destina 2 pesos para el fondo de emergencia, 15 pesos para la organización es decir el soporte técnico, mantenimiento, apoyo legal y finalmente 25 pesos se le queda a la comunidad para el pago de servicio de internet, luz , contrato personal.

También se privilegia el tequio que ha sido una de las formas más apremiantes que ha tenido este proyecto de comunicación.

Para otorgar los códigos al numero de celular, se da por medio del código postal es decir no interfiere en ningún momento con los números de las telefonías comerciales.

“Estamos encantados con este proyecto, para mi es un honor laborar en este espacio donde se vive una gran comunalidad, hacemos comunicación para comunidades, somos el único a nivel internacional, Oaxaca se ha beneficiado y eso es algo muy bonito, porque aquí no competimos con nadie, aquí la misma gente administra su telefonía, ellos cobran, ellos destinan y ellos rehabilitan”.

La realidad en las comunidades que ahora están interconectadas gracias a estos sistemas, ha cambiado, pues permite una autonomía en comunicaciones y genera empleos en las comunidades.

Javier reconoció que la “mercadotecnia” de las marcas conocidas de telefonía son fuertes, a veces tienen injerencia y se vuelve imposible no convivir con ellas, sin embargo reconoció que la telefonía comunitaria ha avanzado fuertemente y hoy es un canal libre de comunicación.
 
La Jornada

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