INDER BUGRIN
Desde la victoria presidencial de Donald Trump, Moscú ha sido blanco de señalamientos por supuesta intromisión en contiendas electorales de terceros países.
Denuncias por haber ejecutado campañas cibernéticas encubiertas, buscando alterar la decisión del electorado, se hicieron presentes durante las últimas contiendas legislativas y presidenciales en Alemania, Francia, Holanda, Austria y la República Checa.
Con las presidenciales mexicanas en el horizonte, nuevas acusaciones vuelven a emerger, aunque en esta ocasión provienen del gobierno estadounidense.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, recientemente alertó sobre una posible intromisión de Rusia en las elecciones mexicanas, al tiempo que hizo un llamado a “protegerse”.
Eduardo Arcos, analista de Control Risks, consultora internacional especializada en gestión de crisis políticas y de seguridad, afirma que hay elementos para considerar que Rusia estaría interesada en manipular la contienda electoral de julio próximo en México.
“Está en el interés de Rusia desestabilizar la dinámica y la integración norteamericana, la cual se ha visto amenazada desde la elección de Donald Trump”, dice el experto a EL UNIVERSAL.
“También interesa elevar el antagonismo entre México y EU. Esta fragmentación regional es percibida en Rusia como favorable para su política exterior. Lo hemos visto en Europa, al tratar de debilitar a la Unión Europea apoyando a partidos que abogan por una línea más nacionalista y menos integración regional”, señala.
El análisis de la unidad de riesgos políticos de México de Control Risks indica que cada vez hay más indicios de que Rusia podría estar usando prácticas similares a las empleadas en la campaña presidencial estadounidense.
Estas estrategias tienen que ver con el uso, desde servidores ubicados en Rusia, de cuentas automatizadas que simulan el comportamiento humano en las redes sociales mexicanas, y sirven para colocar temas entre las principales tendencias.
El analista prevé que la agresión cibernética aumente conforme avance la contienda electoral, aunque descarta que la intervención externa logre inclinar la balanza hacia uno de los candidatos presidenciales, particularmente el menos empático con Estados Unidos.
“Veremos una serie de intentos para tratar de influir en la elección, pero no sólo por parte del gobierno ruso, sino también por parte de la máquina política mexicana, que en el pasado ha usado mecanismos y tácticas similares a las rusas.
“La democracia mexicana exhibe una serie de deficiencias que no han sido atendidas, por lo que la injerencia rusa no será determinante en la elección. Hay factores internos que podrían influir muchísimo más”, señala.
El experto tampoco prevé que en la agenda de debate nacional la discusión adquiera las dimensiones que ha tenido en otros países.
“El hecho de que el tema no ha tomado en México las dimensiones que adquirió en Estados Unidos o Francia tiene que ver con el hecho de que el electorado mexicano es mucho menos receptivo a este tipo de ataques mediáticos por el limitado uso de las plataformas digitales de la información”, dice.
“Además, entre el electorado no existe un antagonismo hacia el régimen ruso. En México no hay la percepción de que sea una amenaza para la estabilidad democrática del país, lo cual contrasta con el resto de Occidente”, precisa.
Arcos considera que las autoridades mexicanas deberían abordar este tema con “enorme seriedad, incluso debería adoptar medidas”.
La respuesta a la amenaza potencial, destaca el experto, comienza poniendo en orden la casa.
“A pesar de que existen los mecanismos de sanción y hay prácticas bien documentadas, hasta ahora no se ha sancionado a los partidos que han incurrido en este tipo de mecanismos, por lo que habría que comenzar aplicando la ley y sancionando a quienes la incumplen”, dice.
“Se trata de un problema que exhibe la flaqueza de la democracia mexicana. El debate debería estar centrado en el fortalecimiento de la democracia y en sancionar a aquellos que incurran en este tipo de prácticas, más allá de la posible injerencia rusa”, afirma.
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