Javier Solórzano Zinser.
López Obrador empieza a dejar de estar solo, la competencia por un lado y la obsesión de sus adversarios por no dejarlo ganar lo van a perseguir hasta el final.
¿Por qué José Antonio Meade? Estos días se han dedicado en algunos medios a ponderar las virtudes del Presidente cuando se trata de procesos electorales, aseguran que es donde mejor se siente y se mueve.
Es probable que Peña Nieto haya encontrado en Meade la aptitud de poder competir y de enfrentar a López Obrador, al Frente y a lo que ande por ahí. Es definitivo que no encontró entre los otros suspirantes esta posibilidad.
José Antonio Meade no es sólo la apuesta del presidente y de su partido, lo es también de un amplio sector privado. Algunos empresarios lo ven como uno de los suyos. Ha tenido cargos de gobierno en áreas en que debe tener trato directo con ellos.
Parten también del supuesto de que las clases medias podrían verlo con buenos ojos, en función de que es un personaje al que no lo ha alcanzado el escándalo, ni tampoco se sabe que haya detrás de él hechos de corrupción.
Con Meade se busca un externo al PRI que no tenga todo aquello que la sociedad ve en el propio partido. El externo es lo que los diagnósticos del PRI no encuentran en su propia casa.
La cuestión está en si le va a alcanzar. Lo que se va delineando es que la decisión del Presidente va aparejada de que va a tratar de hacer ganar a Meade a como dé lugar.
La experiencia apunta que cuando un candidato está en sintonía con el Presidente difícilmente pierde. A pesar de que Vicente Fox no tenía en su radar a Calderón, terminó por ayudarle, lo que resultó definitivo.
Una parte la hizo por sobrevivencia y lo que le quedaba de militancia panista, y la otra se la debe a los tribunales que le perdonaron todo. Se trataba de que ganara Calderón sin importar el cómo, aunque después el propio Fox se haya arrepentido de lo que hizo. Felipe, en el descrédito y al contrario de Fox, no le ayudó a Josefina Vázquez Mota ni a cruzar la calle.
En el PRI están confiados en que Meade levante pasiones más allá de la militancia tricolor y en lo que se haga desde Los Pinos. Los escenarios por ahora no quedan claros.
Lo que puede perfilarse, y hay bases para pronosticarlo, es que al final sólo queden dos: López Obrador y Meade.
Si así fuera, los militantes del PAN y PRD, junto con los indecisos, definirían la elección. Se insiste en que el voto dividido si a alguien ayuda es al PRI.
Lo que sí queda claro es que si el Frente no se apura, la elección terminará siendo de dos, los cuales están fuertes, bien armados y van por todas las canicas.
RESQUICIOS. Así nos lo dijeron ayer.
SOBRE LA LEY DE SEGURIDAD INTERIOR.
• Hay que pensar en varias cosas sobre la propuesta de la ley, lo primero es recordar que estamos en tiempos electorales. En el documento, que se presume se discutirá desde mañana, se considera una discrecionalidad absoluta al Presidente.
• No me imagino una ley con estas características de no ser que el PRI se vea con grandes posibilidades de ganar las elecciones. No veo al PRI aprobando una ley como ésta bajo el supuesto de que va a perder, la quiere para el PRI en el poder.
• Aprobar la ley tiene que ver con la presión que ha manifestado el Ejército. No debe haber una ley particular para las fuerzas armadas porque regular significa ir contra la Constitución. No creo que el proyecto sea un buen modelo de seguridad pública.
• Al no haber información pública sobre la inseguridad y la violencia, el Presidente puede enviar al Ejército y a la Marina a lugares en donde la opinión pública no conozca lo que pasa, todo es discrecional.
• Los gobernadores no están interesados en reestructurar las policías porque los resultados los van a ver quienes vengan en su lugar, no les ven rentabilidad política.
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