Yanireth Israde/REFORMA
"¿Quién va a recordar los cajones?", pregunta el pintor juchiteco Francisco Toledo. Se refiere a las construcciones que uniforman al País con diseños de caja, sin considerar los climas de cada lugar ni las costumbres de sus pobladores, sin posibilidades tampoco de trascender en la memoria.
Prisas y negocios producen inmuebles en serie, similares en todo el territorio nacional, lo mismo si domina el frío o se impone el calor, dice desde Oaxaca el artista, quien el 30 de septiembre envió una carta a los Presidentes Municipales de Juchitán y Tehuantepec. Les ofreció apoyo técnico de universidades y fundaciones privadas para que la reconstrucción de edificios públicos y espacios habitacionales dañados en el terremoto de 7 septiembre respetara la arquitectura tradicional de la región.
Recibió como respuesta trascabos y tractores para demoler los inmuebles.
"¡Qué me iban a hacer caso!, si el negocio es derrumbar para levantar de nuevo. Usted sabe, negocios en los que construcción y política van juntos", refiere el autor hecho de barro, dice, como las casas de Ixtepec donde crecieron sus padres en el Istmo de Tehuantepec, o como las construidas por los nahuas en Minatitlán, Veracruz, parte del paisaje que interiorizó cuando era un escolar.
En sentido contrario a las máquinas que arrasan, jóvenes arquitectos juchitecos, como los reunidos en la asociación Yoo Bidó (casa sagrada en zapoteco), censan las viviendas rescatables, promueven el reciclaje de materiales y defienden los bienes culturales del asedio de comerciantes de reliquias, destaca Toledo.
"Están clasificando y convenciendo a la gente de que tienen que reciclar adobe, morillos, columnas, horcones, viliguanas y maderas que son utilizables, también están tratando de concientizarla, porque hay interesados en comprar puertas viejas, bancas, santos... los anticuarios de Puebla ya están sobre las cosas que -piensan- pueden vender como antigüedades".
La modernidad y el patrimonio no son incompatibles para el artista y defensor del patrimonio cultural, que recientemente inauguró en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) la exposición Casas tradicionales del Istmo de Tehuantepec, del fotógrafo Alfonso Muñoz.
"Si usted viaja a Europa o donde viaje que haya un respeto por el pasado, verá ciudades que han destruido, bombardeos por ejemplo, y han sido reconstruidas por el amor a la historia que guardaban sus edificios. Oaxaca también fue arrasada por un temblor y luego se reconstruyó respetando la arquitectura. Eso fue en los años 30, ¡qué bueno que respetaron!, porque la Ciudad es el atractivo y vive de eso. Claro que después vino cierta modernidad e inversionistas que hicieron edificios horrendos que en el próximo temblor se caerán. Espero que no haya gente adentro".
La arquitectura vernácula es también, señala el artista, una expresión del arte popular patente en decoraciones que reflejan un amor por el terruño: "No son esas casas de tabicón hechas, como se dice, al chingadazo".
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