Puerto Libre – Guillermo Hernández Puerto
Hoy vamos hablar de nuevo del notario público habilitado como oficial mayor del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo), Gilberto Gamboa Medina, un sinvergüenza y fanfarrón, quien presume que Niltepec participó en el primer Lunes del Cerro porque tiene grandes influencias en el actual gobierno por el padrinazgo político que lo respalda y que por esta participación de su pueblo natal en la Guelaguetza, merece que Niltepec lo nombre su hijo predilecto.
Parece decir este corrupto, “por Dios que la tierra tiembla de lo pesado que estoy”. Casi casi, pues, se siente jefe político y caciquillo de horca y cuchillo de esa hermosa tierra istmeña, plena de mujeres hermosas y de hombres bragados y trabajadores.
En su delirio de grandeza y poder por el padrino político que lo impuso como funcionario del Ieepo, peca de arrogante y soberbio y como dicen en mi pueblo, le ha dado el síndrome del ladrillo, pero de tan arrogante que es, dicen los que le conocen, que ahora camina de ladito como si trajera manchada de canela la trusa. Olvida este sinvergüenza y fanfarrón aquel verso de la canción popular que dice que sólo un puño de tierra nos vamos a llevar pobres, jodidos y millonarios como Gamboa Medina.
Por cierto, fue nombrado mayordomo de la Labrada de Cera con motivo de las festividades del santo patrono San Pedro Apóstol en dicha comunidad istmeña, y que pagará el bailongo donde zapateará con las mujeres más bellas de ese pueblo y en búsqueda que lo nombren hijo predilecto de Niltepec, presume que echará casa por la ventana, porque le sobran los billetes hasta para tirarlos hasta para arriba, tales habladas y ostentaciones de Gamboa Medina ofenden a miles de pobres que viven en la extrema pobreza en Oaxaca.
Se da taco de ser un oaxaqueño íntegro, pero sus hechos demuestran que no lo es, y que el traje de sinvergüenza y de corrupto le queda a la medida.
Decimos esto porque ni bien había calentado la silla de oficial mayor en el Ieepo, llevado por su codicia por el poder y el dinero y porque no tiene llenadera, de inmediato contrató a una de sus gasolineras para que surtiera del combustible a todo el parque vehicular de ese Instituto, para hacer un negocio fabuloso no en cientos, sino en miles de millones de pesos en la actual administración.
Pero se le cayó el gran negociazo, porque trascendió a los medios de comunicación esta marranada que pretendió consumar para su beneficio personal y quizá familiar. Para evadir el bulto y su responsabilidad en este hecho por demás deshonesto y corrupto, declaró que la gasolinera no era de él, que era de una de sus hijas, que la noticia era falsa y que para poner a salvo su honra y prestigio dijo que se ponía en manos de la Procuraduría General de la República, pero no sabemos los oaxaqueños si lo hizo o fue una mentirota de esas que huelen a pudrición y a estiércol.
Lo sinvergüenza el mismo se lo puso porque si se dice honorable y honesto debió de renunciar al cargo de oficial mayor del Ieepo para evitar toda clase de especulaciones y epítetos hacia su persona, pero no lo hizo porque de tonto no tiene un pelo, ya que ni modos que dejara el puesto en donde pusieron en su manos un presupuesto de 20 mil millones de pesos anuales.
Mire usted, amigo lector, sin que esto suene a ofensa o grosería para Gilberto Gamboa Medina, pero le queda como anillo al dedo aquel refrán popular que reza que en arcas abiertas hasta el más justo peca, pero también le viene a la medida aquel que reza que hay que ser cuches, pero no tan trompudos, y otro más que le ajusta, que lavar puercos con jabón, se pierde agua y jabón.
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