El subcomandante Marcos muestra sus armas en La Realidad, Chiapas, en febrero de 2001. Foto: Cuartoscuro |
La Razón Online/NTX -
México inició 1994 con dos grandes impactos en sus dos extremos. El 1 de enero, desde la frontera norte, entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; en el sur, un grupo guerrillero denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) declaró la guerra al Ejército mexicano.
Los enfrentamientos sólo duraron dos semanas, pero, a 25 años de distancia, esa declaración de guerra no ha sido levantada y las órdenes de aprehensión en contra de la dirigencia del grupo subversivo por diversos delitos siguen suspendidas.
El dato: En mayo de 2014, el Subcomandante Marcos reapareció frente a medios de comunicación para dar a conocer su nueva identidad como Subcomandante Galeano.
El diálogo entre el EZLN y el Gobierno federal está suspendido desde hace 16 años, pero el grupo guerrillero, ahora convertido en organización política, controla de facto una parte del territorio nacional, en los Altos de Chiapas.
El inicio. Aquel primero de enero de 1994, un grupo de personas, en su mayoría indígenas, sorprendió a México y al mundo cuando se levantó en armas en plena resaca por la celebración del Año Nuevo.
En la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declaró la guerra al Ejército y pidió la renuncia del entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
Para los integrantes del EZLN se trataba de un régimen autoritario y veían en su derrocamiento el inicio para un cambio en las condiciones de vida de los indígenas.
En acciones simultáneas, los guerrilleros, mal armados y mal pertrechados, tomaron las cabeceras de San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Ocosingo y Las Margaritas. Además, atacaron el cuartel militar de Rancho Nuevo.
La lectura de la declaración, una vez concretada la primera acción militar, implicó el surgimiento de un líder que en poco tiempo ganó fama mundial: el Subcomandante Marcos.
El intercambio de fuego entre el EZLN y el Ejército duró sólo 12 días, pero dejó un saldo de 108 muertos, decenas de heridos y daños a inmuebles y automóviles.
El Presidente decretó un cese al fuego unilateral por parte del gobierno y se inició así el camino al diálogo. Salinas de Gortari nombró comisionado para la Paz a quien había sido regente de la Ciudad de México, Manuel Camacho Solís, lo que generó una gran inquietud política por la rivalidad que éste mantenía con el entonces candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.
El proceso de diálogo trajo consigo una gran inestabilidad política en Chiapas y en el Gobierno federal, que llevó a renuncias y ceses en ambos niveles de gobierno.
Uno de los primeros en renunciar fue el gobernador de Chiapas, Elmar Setzer, mientras que en el Gobierno federal fue cesado Patrocinio González, quien era secretario de Gobernación.
El rostro de Marcos. A partir del primero de diciembre de 1994, cuando Ernesto Zedillo llegó a la Presidencia de la República, el conflicto vivió un giro.
En febrero de 1995, la PGR dio a conocer la verdadera identidad del Subcomandante Marcos: Rafael Sebastíán Guillén, un hombre originario de Tamaulipas que había dado clases de filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El mismo día que se conoció la identidad del guerrillero, el presidente Zedillo ordenó un gran despliegue militar hacia los Altos de Chiapas, en busca de detener a todos los integrantes de la dirigencia del EZLN. El operativo fracasó.
Bajo presión de organizaciones sociales nacionales y extranjeras, el presidente aceptó establecer un nuevo mecanismo de diálogo y para tal efecto hizo aprobar por el Congreso la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, que suspendía las órdenes de aprehensión en contra de la dirigencia del EZLN mientras hubiera diálogo.
La última vez que el EZLN y el Gobierno federal platicaron fue en el 2002, durante el gobierno del panista Vicente Fox. Desde entonces han pasado 16 años, pero las órdenes de aprehensión siguen en pausa y el grupo insurgente considera que el diálogo sólo está “suspendido”, no cancelado.
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