martes, 2 de octubre de 2018

Templo Mayor (Columna)





CUANDO faltan sólo ocho semanas para la toma de posesión, el equipo de Andrés Manuel López Obrador luce más desarticulado que la delantera del América, pues ponen muchos balones pero nomás no meten goles.

EN DIVERSOS sectores comienza a causar preocupación una constante en el próximo gobierno: anuncios de grandes proyectos, pero nada concreto en políticas públicas. Ahí está por ejemplo, el caso de la reforma educativa: ya dijeron que la van a desaparecer, pero no dicen con qué la van a sustituir.

EN ENERGÍA está la promesa de las nuevas refinerías y que se revisarán contratos, por ejemplo, pero se desconoce cuál sería realmente el rumbo de dicho sector. Las promesas comienzan a flaquear ante la realidad.

Y PARA COLMO al interior del gabinete amoroso ya se registran patadas. Cuentan que Javier Jiménez Espriú está pidiendo esquina, entre otras cosas, porque ya tuvo sus agarrones con Alfonso Romo y con Julio Scherer. Y Olga Sánchez Cordero está teniendo problemas hasta para ordenar su agenda.

OJALÁ que el Presidente electo pueda poner orden, a fin de que comience a trabajar, como prometió, desde el primer día de su sexenio. Porque eso de llegar a inventar el mundo cada seis años, como que ya no se usa.


SERÁ el sereno, pero de cara a las cruciales elecciones de medio término en noviembre, Donald Trump podrá presumir la firma del nuevo acuerdo comercial con México y Canadá.

COMO en toda negociación hubo ganancias y pérdidas de cada lado, pero al final prevaleció la lógica de que resultaba peor para todos poner fin al libre comercio... aunque ya no se le pueda llamar así.

LA PARADOJA es que si Enrique Peña Nieto fue un gran apoyo para el entonces candidato republicano, al darle rango de estadista invitándolo a Los Pinos; ahora Andrés Manuel López Obrador se convierte en el mejor aliado de Trump, al ponerle en bandeja de plata una de las pocas medallas que puede presumir ante sus fanáticos.


ESTE JUEVES se estrena en Madrid un documental muy interesante: "El pueblo soy yo", un retrato de la Venezuela chavista realizado por Carlos Oteyza, bajo la producción ejecutiva del historiador Enrique Krauze.

EL FILME busca explicar la manera en la que Hugo Chávez construyó, a partir de su propio carisma, la crisis en su país y el boom petrolero, un sistema autoritario que fue continuado por Nicolás Maduro.

EN ESTOS DÍAS en que en México ya nadie se atreve a hablar de populismo -¿qué es eso?-, sería interesante que ese documental llegue a las pantallas nacionales. A ver si lo dejan.

Reforma

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