“Democrática, crítica y popular” son las tres características que debería tomar la Universidad Benito Juárez de Oaxaca después del movimiento estudiantil de 1968.
Después de haber participado como acompañantes en la lucha nacional que emprendieron en la capital del país estudiantes del Politécnico Nacional y de la UNAM, los universitarios iniciaron una lucha propia que derivó en la adición de una palabra más al nombre de la “Máxima Casa de Estudios” de los oaxaqueños: Autonomía.
Pese a los mítines, las marchas, las pintas, -que entonces provocaron detenciones- y de huelgas de hambre, la toma de Rectoría, de las escuelas y facultades, esos logros, apunta Rodolfo Navarro, maestro en Ciencias de la Educación y en Ciencias Médicas, participante en el movimiento estudiantil del 68, se han ido desvaneciendo.
“La libertad para elegir a sus representantes y su gratuidad están en entredicho. La democracia manifestada por el voto universal, libre y secreto ha posibilitado la manipulación de los estudiantes en procesos electorales, lo que ha dado a imposiciones de directores de preparatorias, escuelas, facultades y del mismo rector”, señala en entrevista.
Navarro afirma que el objetivo de los rectores es “irse por la fácil”. Por la vía más tranquila, no deciden, esto tiene mucho que ver con los procesos de corporativismo, con el porrismo, con una ley que no se ha actualizado y que permite hacer todos estos procesos que prácticamente terminan con la imposición de un rector.
“Se impone ese rector, llega como parte de un grupo, puede llegar de forma independiente, como el caso del último rector, pero llega cooptado, les ponen grupos, se reparten el poder, el rector se la lleva tranquilo, repartiendo el poder y repartiendo el dinero”, explica.
En el movimiento del 68 y la UABJO hacia un nuevo modelo educativo, artículo integrado en el libro No se olvida Navarro desgrana algunos de los rectorados que han ocupado la UABJO en las últimas décadas. Desde el periodo 96-2000, con Leticia Mendoza Toro, “se criticó el ausentismo de los catedráticos que formaban parte de la clientela de la rectora”, así como el uso de recursos de la universidad para “pagar grupos de porros”.
En el periodo 2000-2004, con Hermenegildo Velásquez, “se incrementó la injerencia del Gobierno del Estado en la vida universitaria” y, no obstante, se registró, entre otros episodios de vandalismo y violencia, la quema del Paraninfo de la Facultad de Derecho. Al rector Eduardo Martínez Helmes, la Auditoría Superior de la Federación le señaló reiteradamente que se hizo uso de recursos públicos de forma sancionable.
El pasado mes de marzo, la directora de Asuntos Jurídicos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), Yolanda Legorreta subrayó en una reunión con catedráticos y el rector Eduardo Bautista que la UABJO es “una institución conflictiva, con muchos grupos, tradición sindicalista y gran número de sindicatos”.
UABJO, universidad ‘privada’
El carácter popular es otro elemento que por la corrupción el divisionismo y la falta de autoridad también se ha perdido y ahora, los estudiantes de bajos ingresos ven a la UABJO como una alternativa imposible.
“Ha perdido el carácter popular, de llegar a las masas, ingresan alumnos, pero la cantidad es mínima y les cuesta un dineral, cada facultad es un feudo, cada director decide cuánto cobrar y hay ingresos que rebasan los 9 mil, 10 mil pesos, hay quien no tiene para pagar, casi se transforma en una universidad privada”, expone Navarro.
“Del 68 para acá ese cambio no se siente, se acuerdan en determinados momentos y no hacemos nada, también se apostó por el cambio de conciencia, pero cómo va a pasar eso si el modelo educativo es la obediencia, no ser crítico o ser crítico cuando conviene en lo personal pero no del ámbito social, hay muchos profesores que siguen hablando de nuestra universidad democrática, crítica y popular, pero no hay tal”.
El Imparcial Oaxaca
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