Todos los días mil 700 toneladas de residuos reciclables se comercializan en la informalidad ante la falta de centros de acopio administrados por el Gobierno.
En la CDMX operan 12 plantas de transferencia de desperdicios y en las calles aledañas hay compradores privados que, con básculas y camionetas, pagan por vidrio, PET, papel, cartón, tetrapack y aluminio, principalmente.
Un ejemplo es la estación de la Delegación Cuauhtémoc, en Chabacano, donde por las tardes decenas de camiones hacen fila en sentido contrario a la vialidad.
De acuerdo con el Inventario de Residuos, esta pepena evita que 20 por ciento -de las 8 mil 379 toneladas de desechos que pasan por las transferencias- vayan a confinamiento.
Arnold Ricalde, ex integrante de la Comisión de Manejo de Residuos que se creó para operar el cierre del relleno de Bordo Poniente, explicó que se trata de un sistema tolerado que se ha multiplicado en la medida en que aumenta la separación domiciliaria.
Otra razón es porque se trata de una forma de compensar a los trabajadores de limpia voluntarios.
De los 2 mil 652 camiones recolectores que operan en las delegaciones, sólo el chofer recibe paga oficial y los ayudantes viven de lo que sacan por la venta de desperdicios reutilizables.
Iván Sosa/REFORMA
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