Al enterarse de que sus hijos podrían estar vivos tras el derrumbe del edificio Nuevo León, en el terremoto de 1985, y que al parecer habían dado una entrevista en televisión, en la que decían buscar a sus padres, Gloria Juárez viajó de Zacatecas a la Ciudad de México.
La mujer fue a Tlatelolco a pegar por todas partes el aviso: "Favor de no destruir este AVISO: "Sandy y Sergio Parga Juárez. Su mamá está viva y los busca. Comuníquense con su tía Lucy al Tel: 556-30-03. Se agradecerá cualquier informe que puedan dar sobre el paradero de los niños, o en Membrillo No. 309, Col. Nueva Santa María, Deleg. Azcapotzalco. Gloria".
Con ayuda de amigas de Plácido Domingo que integraron la fundación que el tenor emprendió para apoyar a los damnificados, Gloria preguntó en televisoras, pero ninguna supo de esa entrevista.
Sin embargo, no había duda: incluso, un hermano en Los Ángeles la vio, pero tampoco supo decir dónde.
La mujer visitó albergues, ya semivacíos. En uno, en Aquiles Serdán, dos niños de nombre Claudia y Ricardo le dijeron que sí habían visto a la niña y al bebé que traía en las fotos.
"Ella es 'La Negra' y él es 'Albert'", dijo el chiquillo. "Negra" era el sobrenombre que le daban sus hermanos a Sandy, y "Albert" era por el segundo nombre de Sergio, Alberto, aunque sus hermanas le llamaban "Albert" cuando jugaba con ellas y la hacía de mayordomo.
"Decía que le llamaran así porque tenía un familiar con ese apodo que quiso mucho. Estaba medio loquita, bañaba todos los días al niño", agregó el menor.
En otro albergue le dijeron que también la habían visto: que se llamaba Cindy o Sandy, que lloraba mucho por un hermanito paralítico que no pudo salvar, porque un señor quiso sacarlo, pero se fue con él por un hoyo en el piso.
También, que le llamaban la atención por el vocabulario del bebé, quien solía decir "Amo puto", la forma con la que usualmente Sergio expresaba: "Te amo mucho".
Las amigas de Plácido Domingo hablaron con Paloma Cordero, esposa del entonces Presidente Miguel de la Madrid, quien apoyó la búsqueda de los niños con un detective privado, pero todo se acabó con los preparativos del Mundial México 86.
"Hubo una orden del mismo Gobierno de no hablar más de la tragedia, de los desaparecidos, de los muertos", cuenta Gloria.
"Volvimos a buscar a aquellos niños que nos dieron pistas, pero ya no quisieron decir nada porque su mamá les advirtió que, si hablaban, el Gobierno no les daría casa".
Así, el Gobierno que no actuó oportunamente ante una desgracia de esta magnitud decidió simplemente no actuar más, dejando miles de historias bajo los escombros.
Gloria no dejó de peregrinar por la Ciudad de México en busca de Sandy y Sergio. En algún momento llegó a una iglesia de Tepito para pegar unos volantes con los retratos de los niños, pero el sacerdote la corrió.
"Primero pierden a sus hijos y luego los andan buscando", le dijo el cura. Humillada, Gloria entró a otra iglesia donde se sentó en una de las bancas sin saber qué hacer.
"Iba toda mareada, estaba desolada. Lloré fuerte, muy fuerte, hasta que me cansé. En eso, se me acercó el sacerdote de esa iglesia, me preguntó qué me pasaba y le conté todo. 'Ven', me dijo, 'vamos a hacer copias de tus volantes para repartirlos a través del obispado, no te preocupes'".
Ella no dejó de buscar por su propio pie a sus hijos. Cruzó la Ciudad de México, una y otra vez, sin éxito.
Hacia 1987, alguien la contactó con el actor Guillermo Orea, quien trabajaba con Silvia Pinal.
Él se comprometió a llevarle su caso a la actriz para que lo pasaran en el programa "Mujer: Casos de la vida real", lo que así sucedió: Gloria y su esposo fueron caracterizados por Diana Bracho y el recientemente fallecido Claudio Báez.
De inmediato, Gloria recibió la primera llamada.
"Era una joven: me contó que su tío de Monterrey había adoptado dos niños del terremoto con las características de mis hijos. Que trabajaba de gerente en el Hotel Holiday Inn Norte".
Gloria se trasladó hasta el inmueble en la Avenida Eugenio Garza Sada, al sur de Monterrey, Nuevo León, pero ahí le dijeron que no conocían a nadie con ese nombre que, sin embargo, hoy no recuerda.
Con el tiempo siguió recabando testimonios de gente que dijo ver salir a los niños de entre los escombros. A Sandy, en ropa de dormir, y a Sergio de su mano, ambos ensangrentados, y que un hombre los subió a un coche rojo en Paseo de la Reforma.
Una persona que conocía a los niños dijo que llegó a verlos en un crucero vendiendo chicles, y que una mujer los alejó. Uno más le dijo que las personas que los tenían se habían ido a Puebla, por lo que, al azar, buscó en esa capital, sin éxito.
Un día, alguien la reconoció como la mujer que andaba el 19 de septiembre de 1985 gritando y escarbando entre los escombros del Nuevo León, y cuando supo a quiénes buscaba, le reveló algo insólito:
"¡No sabía que eran suyos! Tres minutos antes de que usted llegara, vi que los niños salieron de entre los escombros hacia Paseo de la Reforma. Un hombre bajó de un auto rojo y se los llevó".
Esos tres minutos se han convertido en 32 años de búsqueda.
El regiomontano Daniel Gallardo, autor del libro Hotel Regis. 100 años de historia y leyenda, ha ayudado a Gloria a recabar algunos testimonios, y ha abierto una página en Facebook para buscar a Sandy y Sergio.
El escritor llegó a la vida de la mujer al ver una foto de ella, al año de la tragedia, mirando lo que quedaba de los escombros del edificio Nuevo León: "Tengo que conocer la historia de esa mirada", dijo.
Él está haciendo un libro sobre este complejo habitacional en Tlatelolco.
"Antes de contarte mi historia de dolor", le dijo Gloria, "me gustaría mostrarte algunas fotos que tengo".
Y de entre álbumes destrozados que logró recuperar, Gloria sacó una foto de la familia: "Somos nosotros en Acapulco, una semana antes del terremoto".
Daniel miró conmovido la foto familiar, todos felices, y luego a Gloria.
"Me gustaría saber de mis nenes, saber si están bien o cómo viven", le dijo ella y soltó el llanto.
Daniel de la Fuente/REFORMA
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