miércoles, 6 de septiembre de 2017

Tres estampas de la tragicomedia mexicana

 Fernando Belaunzarán

1.- Elección dedoscópica. La candidatura más importante para Morena, después de la presidencial donde solo hay un apuntado que se presta a autoelegirse, es la de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. El partido que reivindica la lucha contra los fraudes y pugna por la transparencia electoral, al grado que ha ideado teorías de algoritmos que modifican resultados y promovido plantones para que se abran todos los paquetes, eligió a quien será su abanderada en CDMX de manera opaca y sin ningún tipo de garantía democrática para sus participantes. La presión de la opinión pública los obligó a dar a conocer unas hojas de Excel con cifras y reconocer que no contrataron a ninguna empresa, que no hubo ningún muestreo espejo y que el levantamiento estuvo a cargo de un funcionario partidario que es incondicional de Andrés Manuel López Obrador.

Foto: quinto-poder.mx

El resultado es inapelable y nadie duda que la decisión vino del mítico dedito del caudillo, pero si hay una regla no escrita convertida en dogma de fe en esa organización es la infalibilidad de ese personalísimo instrumento o, si se prefiere, la certeza de que no hay suicidio político más infalible que oponerse a sus designios.Eso selló el futuro de Ricardo Monreal, pues no aceptó la farsa –porque ésta no lo favoreció– y, con la misma facilidad con la que se purifica a políticos impresentables que deciden sumarse al obradorismo, se le satanizó de inmediato por el alarido fanatizado de las huestes pejistas en redes sociales. Muchos de quienes lo defendieron con estoicismo frente a las revelaciones de corrupción, ahora aceptan y difunden lo que antes desmentían.

Esta visto, pasar de cielo al infierno y viceversa depende de aceptar y someterse a la voluntad suprema de AMLO o discrepar y reclamar que Morena sea congruente con sus banderas retóricamente democráticas. Ni Monreal era “puro” cuando mostraba incondicionalidad al líder supremo ni se corrompió cuando decidió no disciplinarse, pero si el INE tratara las quejas de ese partido como éste trató las quejas del delegado de Cuauhtémoc ardería Troya. No es que me simpatice Ricardo Monreal, sigo sosteniendo mis críticas a su trayectoria y a sus mañas, pero es obvio que no le respetaron sus más elementales derechos políticos porque, como le recordó Claudia Sheinbaum, él acepto las reglas o, mejor dicho, la regla más importante, aunque no esté escrita: López Obrador decide y todos acatan.

Por ello no hay ninguna posibilidad de que haya reposición de procedimiento con encuestas serias y verificables. No es lo mismo ser borracho que cantinero y Morena se muestra incapaz de ofrecer a sus militantes lo que exige a las instituciones. Una sola persona eligió esa candidatura y elegirá muchas más, en una estrategia que por cierto da la vuelta a la legislación electoral para hacer campañas anticipadas, usando figuras creadas ad hoc como son “coordinadora” o “representante de la soberanía nacional”, lo cual no obstará para que se sigan quejando, con razón o sin ella, de inequidad en la contienda ni que hablen desde el púlpito de una supuesta superioridad moral que sus hechos no acreditan. Si ellos son los que enarbolan la bandera de la “honestidad” que de una vez Javier Duarte haga lo propio con la lucha anticorrupción.


2.- El Senado y el #FiscalCarnal. El miedo hace perder las formas y rebasar los límites del decoro. La decisión del PAN de hacer causa común con la izquierda para que el ex abogado del PRI, ex senador de esa bancada y ex responsable jurídico de la campaña del entonces candidato Enrique Peña Nieto, Raúl Cervantes, no sea el primer fiscal del país durante nueve años porque no garantiza la autonomía de esa institución, sacó de sus casillas al PRI-gobierno, dando razón a quienes señalan que su febril preocupación por ratificar al actual titular de la PGR se debe a la necesidad que tienen de cubrirse las espaldas -así tendrán la conciencia.Foto: elsoldemexico.com.mx

La alarma les hizo perder el estilo. Sin ocultar sus huellas, lanzaron una visceral campaña de guerra sucia contra Ricardo Anaya en un medio nacional que no ha sido capaz de señalar un solo delito; el presidente Peña se reunió oficialmente con Miguel Riquelme, candidato priista impugnado por el INE de rebasar topes de gastos de campaña -lo que es causal de nulidad- mandando el mensaje, sin ningún rubor, que la anulación de las elecciones en Coahuila es moneda de cambio y de paso llevándose entre las patas la de por sí golpeada credibilidad del TEPJF. Pero lo del Senado fue aún más burdo y bajo.

Emilio Gamboa no tuvo ningún escrúpulo para inmiscuirse groseramente en las diferencias internas del PAN y decidir cuál de los senadores de ese partido presidiría a ese órgano legislativo por encima de la decisión abrumadora de la bancada blanquiazul. Favorecer a un puñado de legisladores disidentes no fue gratuito, pues con ello el PRI consiguió los votos que le faltan para aprobar de panzaso la ley de la Fiscalía y hacer a Cervantes fiscal por pase automático. En eso fue cómplice el Grupo Parlamentario de Morena que, como lo reconoció su “coordinador político” Miguel Barbosa, votaron a favor de Ernesto Cordero y a cambio les dieron la dirección del Instituto Belisario Domínguez.

Esa maniobra tan vil y ramplona fue respondida por la oposición en la Cámara de Diputados, negándose a elegir a la nueva Mesa Directiva hasta que no se elimine el transitorio que haría del titular de la PGR fiscal por default. Cabe recordar que, por presión social, EPN mandó el año pasado una iniciativa en ese sentido, misma que los coordinadores de todos los partidos, incluyendo Gamboa, se comprometieron a aprobar, pero cuando éste vio que no tendría mayoría calificada para confirmar al #FiscalCarnal decidió congelarla. Frente a la obcecación del grupo en el poder de poner a uno de los suyos, falta ver la respuesta de la sociedad civil, pues es evidente que está creciendo la oposición social al despropósito de asegurar impunidad transexenal.


3.- 5º Informe. Cuando las cosas son malas, siempre pueden estar peor. El informe de gobierno en el siglo pasado y principios de éste hizo del primero de septiembre “el día del presidente”. El Congreso de la Unión le rendía tributo al jefe (casi) absoluto de la nación. Un monólogo lleno de autoelogios y sin ningún tipo de rendición de cuentas. Lo que cambió, desde el 2007 a la fecha, es que ahora sucede el 2 de septiembre y con la exclusión del público incómodo, como podían serlo legisladores de oposición que antes daban un toque de protesta ante la imposibilidad de dialogar en un evento pensado para el soliloquio.Foto: sipse.com

Ahora se instala la sesión del Congreso General con el único propósito de servir de Oficialía de Partes al mensajero que manda el titular del Ejecutivo y recibir un libro con reales o supuestos logros que no pueden ser contrastados con el responsable.

El presidente delinea un país que le es ajeno a la inmensa mayoría de los mexicanos, difundido en cadena nacional y precedido por una profusa campaña de spots propagandísticos que informan poco, pero que tratan sin mucho éxito de mejorar la imagen y popularidad del mandatario. Sacar al presidente del Congreso de la Unión fue un error y lo correcto es que regrese, pero no para su lucimiento sino para que el Poder Legislativo lleve a cabo con él un diálogo republicano en el que escuche y responda cuestionamientos. Un debate respetuoso que nos saque de Peñilandia.

Mexican Times es un medio plural en el que convergen distintos tipos de ideologías, en ese sentido, las opiniones vertidas en la sección #Opinología son responsabilidad de quien las emite y no necesariamente reflejan el punto de vista del medio.

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