miércoles, 16 de agosto de 2017

Precandidatos

JUAN CARLOS SÁNCHEZ MAGALLÁN

Invitado por Enrique Ochoa, presidente del PRI, fui a la Asamblea Nacional en mi calidad de dirigente de la Fenasem, dependiente de la CNOP. Acudí a Campeche a la Mesa de estatutos y me sumé a la propuesta de reforma de “quitarle los candados electorales” al partido y abrirlo totalmente a los ciudadanos.

Se logró, pues el PRI está en desventaja frente a sus opositores. Esto es, la percepción ciudadana y las encuestas indican que cuatro de cada 10 mexicanos no votarán por el PRI, significa que en una carrera lineal de 100 metros, los competidores saldrán del lugar 40, 30 o 20, mientras que el PRI, desde el lugar cero metros. La carrera será desigual a todas luces. Por ello, el PRI requiere un candidato altamente competitivo, honesto, eficaz, con gran experiencia y trayectoria pública que permita presumirlo en todos sentidos y en los cuatro puntos cardinales. Lo contrario será el suicidio electoral o una muerte anticipada del régimen actual. Es un asunto de eficacia política, sólo un candidato sin taches oprobiosos, que tenga propuestas atractivas y alianzas estratégicas logrará el cometido. El presidente Peña tiene una cuarteta para decidir: Miguel A. Osorio Chong, abogado por la Universidad Autónoma de Hidalgo, con una meritoria carrera local, oficial mayor, subsecretario de Gobierno y secretario de Desarrollo Social, fue gobernador constitucional de su estado. Congresista y con una brillante carrera partidista, delegado, secretario de acción electoral y presidente del Comité Directivo Estatal y en el CEN del PRI fue secretario de Organización. El presidente Peña Nieto lo designó secretario de Gobernación por sus capacidades políticas y de diálogo.

Aurelio Nuño, politólogo por la Iberoamericana, donde se graduó con honores de 10, y una maestría de la Universidad de Oxford, de buena trayectoria en la administración, discreto pese a la notoriedad y a la cercanía que ha ganado con el presidente Peña Nieto. Nuño Mayer operó la consolidación del Pacto por México y en las Reformas Estructurales a lado de Osorio Chong y Luis Videgaray, fue nombrado jefe de la Oficina de la Presidencia, cargo que dejó para ir a la Secretaría de Educación.

José Antonio Meade, economista por el ITAM y abogado por la UNAM, tiene un doctorado en Economía de la Universidad de Yale. Extitular de la financiera rural y Banrural, de Banco y Ahorro, del (IPAB); de la (Consar); Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF), funcionario con amplia experiencia en gabinetes presidenciales en las áreas de economía, energía, política exterior y desarrollo social. En tres ocasiones con el presidente Peña Nieto (Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda) y dos con Felipe Calderón (Energía y Hacienda), por ello se piensa que puede jalar votos del PAN.

José Narro Robles, con un gran prestigio académico, profesional y universitario… Médico cirujano por la UNAM, donde se tituló con mención honorífica, académico de la misma por más de 35 años, se desempeñó como director de la Facultad de Medicina; secretario general y rector de la Máxima Casa de Estudios; de su trayectoria pública destaca: secretario general del IMSS y subsecretario de Gobernación y de Salud con el presidente Peña Nieto, su vida académica es muy vasta, 116 artículos y capítulos de libros de orden científico y 242 productos de divulgación. Ha participado en más de 875 foros nacionales e internacionales. Con múltiples distinciones y reconocimientos en el país y en el extranjero ha recibido 15 doctorados Honoris Causa de Universidades Nacionales y cinco de universidades extranjeras. El doctor Narro es hombre íntegro de lenguaje sencillo y directo que conecta muy bien con la gente de todos los foros académicos, intelectuales, empresarios y políticos, pero fundamentalmente con los jóvenes, con quienes goza de simpatía y que habrán de decidir la próxima elección federal. Sólo recordemos que 38 millones de jóvenes tienen entre 15 y 29 años y de estos, 25 millones votarán y de estos 14 millones serán nuevos votantes, no tienen sentido de pertenencia y de identidad política e ideológica.

El próximo candidato del PRI tendrá necesariamente que tener “una fama pública a prueba de balas”, incuestionable y una probidad que supere los exámenes rigurosos de una sociedad altamente informada y crítica en los asuntos de responsabilidad pública de toda su vida profesional con resultados comprobables pues “el candidato del autoritarismo popular” no tendrá recato en pretender lincharlo. ¿O no, estimado lector?

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