De julio a septiembre del 2017, la Ciudad de México aceleró su hundimiento debido a los sismos del 7 y 19 de septiembre, según el Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (Centro Geo).
José Ignacio Chapela, director del Centro Geo, presentó a la Comisión de Reconstrucción de la Ciudad un estudio geológico, donde a diferencia de cada mes que en promedio la Ciudad se hunde 2.5 centímetros, se registró un hundimiento mayor.
"El hundimiento de la Ciudad de México del 10 de julio al 20 de septiembre tuvo hasta 25 centímetros de hundimiento. El sismo aceleró el hundimiento en algunos niveles de la Ciudad", señaló el director del Laboratorio Nacional de GeoInteligencia
Este análisis se realizó con la técnica de interferometría de radar, técnica para detectar con sensores satelitales cambios físicos de la tierra y la subsidencia del terreno en orden de milímetros.
"La técnica de interferometría lo que hace es medir las diferencias de lo que uno está tomando; el desplazamiento no fue homogéneo", señala Alejandra López, Doctora en Energía Eléctrica y una de las colaboradoras del Centro Geo en el estudio.
La mayor parte de los daños, refiere el estudio, se encuentran en el Oriente de la Ciudad, en la frontera con el Estado de México.
El mapa de desplazamiento estima un movimiento promedio global de 23.86 centímetros el 8 de septiembre y de 32.55 centímetros el 20 de septiembre.
En el caso del 20 de septiembre, un día después del sismo de 7.1 grados, se experimentaron desplazamientos desde 16.1 cm hasta 25 cm, abarcando la delegaciones de Coyoacán (Norte), Benito Juárez, Nezahualcóyotl, Venustiano Carranza, Iztapalapa (Norte) y Gustavo A. Madero (Noreste).
En las demás zonas se registraron desplazamientos entre 3 y 16 cm.
Especialistas señalan que se deben hacer estudios específicos en el subsuelo para prevenir daños en tuberías, socavones y grietas.
Miguel Castillo Cruz, experto en mecánica de suelos del Instituto Politécnico Nacional, señala que la condición de hundimiento de la Ciudad se ha dado principalmente por la extracción del subsuelo, y con la aceleración del hundimiento por el sismo es necesario vigilar posibles consecuencias.
"Se debe de buscar equipo de última generación para ir previniendo la deformación de avenidas o la posible generación de socavones, y prever medidas como la sustitución de tuberías del subsuelo", señala el ingeniero, quien ha adecuado la Línea A del Metro a los hundimientos desde su construcción.
A su vez, Dora Carreón, del Centro de Geociencias de la UNAM, señaló que las fracturas y el hundimiento son condiciones naturales del subsuelo de la Ciudad, que se están acelerando con la carga urbana y la extracción de agua del manto acuífero.
"El suelo de la Ciudad es muy heterogéneo, tenemos una mezcla de materiales muy distintos: coladas de lava mezcladas con depósitos de lago, con arcillas suaves, con depósitos de río; esa es una peculiaridad de la Ciudad", señaló.
"Lo que naturalmente ya se estaba desplazando, aumenta su velocidad de desplazamiento al momento de la propagación de una onda sísmica".
Carreón realizó junto con el Cenapred un estudio de fracturas en el subsuelo, el cual se debe actualizar luego de los sismos para verificar el daño que se ha generado posteriormente.
Según el documento de lo que se ha destinado a los recursos de la reconstrucción, se solicitó invertir 253 millones de pesos en estudios de mecánica de suelo y reforzamiento estructural.
El ex Comisionado de Reconstrucción, Ricardo Becerra, criticó en su renuncia que esto, pese a ser una de las prioridades de la Comisión, no es prioridad en el destino de los recursos.
Samuel Adam/REFORMA
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