¿Hacia quiénes, como académicos, o hacia qué institución o instituciones iba dirigido ese mensaje? Foto propiedad de: Internet
Hace unos días el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, México), en conjunto con otras organizaciones nacionales e internacionales, inauguraron los trabajos del Simposio sobre “Tendencias de Investigación e Innovación en Evaluación Educativa”. En el boletín 121, del 9 de noviembre de 2017, el INEE colocó la siguiente cabeza: “La evaluación educativa no debe apoyarse en prejuicios o posiciones ideológicas: expertos en la materia.”
Durante el evento, organizado por el INEE, la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y de acuerdo con el boletín mencionado, se dijo ahí que: “Para contribuir a elevar la calidad de la educación en México, la evaluación debe estar sustentada en una metodología científica… coincidieron en señalar investigadores, académicos y consejeros…”
¿Por qué los funcionarios, académicos y profesionales de la evaluación educativa, reunidos en este encuentro internacional, hicieron este tipo de declaraciones? ¿Cuál fue la motivación que los llevó a esta conclusión registrada en el boletín? ¿Fue un consenso de los participantes o un desliz del redactor del comunicado? ¿Hacia quiénes, como académicos, o hacia qué institución o instituciones iba dirigido ese mensaje?
Trato de localizar en el texto (producido por el área de comunicación social del INEE), los argumentos al respecto de las “posiciones ideológicas”, pero no encuentro nada explícito, sólo leo lo siguiente: “…Arturo Velázquez (representante de la OEI), manifestó que es importante refrendar que la finalidad de los procesos de evaluación no es sancionar. Su objetivo es crear escenarios de diagnóstico y de planeación estratégica para que permitan la toma de decisiones pertinentes y consistentes, enfatizó.” Por su parte, “Eduardo Backhoff Escudero, consejero presidente del INEE, dijo que es importante conocer las opiniones y recomendaciones de investigadores, nacionales e internacionales, sobre la investigación e innovación educativas, pues para este Instituto es prioridad conocer, adaptar y utilizar las mejores técnicas en materia de evaluación que se conocen en el mundo.”
“Margarita Zorrilla Fierro, consejera de la Junta de Gobierno de este organismo autónomo, resaltó que al INEE le preocupa y le ocupa el desarrollo del conocimiento que permita cumplir a cabalidad con el derecho de los mexicanos a recibir una educación de calidad con equidad, que les permita adquirir el mayor logro de aprendizaje, no solo en Matemáticas y Lenguaje y Comunicación, sino en las demás áreas del conocimiento. Resaltó que la desigualdad social afecta a la educación y que en materia de evaluación educativa los desafíos aún son grandes.”
Cabe mencionar que el simposio fue coordinado por la Dirección General de Investigación e Innovación, de la Unidad de Información y Fomento de la Cultura de la Evaluación del INEE, (Boletín 121 del INEE).
A reserva de conocer más adelante los pormenores de esta importante reunión académica (mediante las memorias en texto o video grabadas), y debido a que a través de un comunicado de prensa, es difícil contar con toda la información que se genera en un evento como éstos, comparto algunas ideas y reflexiones sobre las relaciones entre ideología, currículum y evaluación educativa.
Aun cuando estas relaciones son añejas y complejas, por no decir polémicas, es imposible dejar de lado el debate que éstas suscitan. En primer lugar, lo que hay que señalar es que al pronunciarse de esa manera (“La evaluación educativa no debe apoyarse en prejuicios o posiciones ideológicas…”), quien pretende no “contagiarse” de las “ideologías”, o pretende mantenerse al margen de ellas, en realidad asume, implícitamente, una posición ideológica.
Pinceladas “ideológicas” que no han perdido vigencia
Por otra parte, comparto algunas pequeñas pinceladas de citas textuales que, aunque constituyen fragmentos o ideas breves acerca de este interesante debate histórico, filosófico y epistemológico, considero que éstas no han perdido su esencia ni su vigencia:
Jürgen Habermas, por ejemplo, en su clásico ensayo sobre “Ciencia y tecnología como Ideología”, señala que “lo mismo antes que ahora, son los intereses sociales los que determinan la dirección, las funciones y la velocidad del progreso técnico. Pero estos intereses definen al sistema social tanto como un todo, que vienen a coincidir con el interés por el mantenimiento del sistema…”. Sobre este debate en torno al papel ideológico de la ciencia y la técnica, Habermas retoma, al inicio de su ensayo, a Herbert Marcuse a través de la siguiente idea, en la crítica que éste hiciera a los planteamientos de Max Weber: “El concepto de razón técnica es quizá él mismo ideología… No sólo su aplicación sino que ya la técnica misma, es dominio sobre la naturaleza y sobre los seres humanos… La técnica es en cada caso un proyecto histórico-social; en él se proyecta lo que una sociedad y los intereses dominantes en ella, tienen el propósito de hacer con los seres humanos y con las cosas”.
Juan Carlos Tedesco, por su parte, en un prólogo que escribió para un reporte sobre formación en gestión y políticas educativas, y en un contexto más cercano a lo pedagógico, reconoció la necesidad de no llevar las posiciones ideológicas a los extremos, aunque no negó el papel implícito de las ideologías políticas en el ámbito de la investigación educativa: “La competencia técnica sin compromiso político deriva fácilmente en actitudes y enfoques de carácter tecnocrático. Pero, a la inversa, también sabemos que el compromiso político sin competencia técnica provoca clientelismo, demagogia o una militancia ineficiente”.
En un tema paralelo, al referirse a la noción de competencias en educación, Philippe Perrenoud, señala lo siguiente: “El análisis de competencias remite constantemente a una teoría del pensamiento y de la acción situados (Gervais, 1998); pero también del trabajo, la práctica como profesión y condición (Descolonges, 1997; Perrenoud, 1996c). Es decir, que nos hallamos en terreno pantanoso, a la vez que en el plano de conceptos e ideologías...”
Habría que recuperar, para poner otro cascabel al debate, las nociones de hegemonía y dominación que Michael Apple escribió en su también libro clásico: “Ideología y Currículum”, o retomar así mismo las ideas contenidas en el prólogo que escribió Adam Schaff al libro de don Pablo González Casanova sobre “La Falacia de la Investigación en Ciencias Sociales”, donde el autor justamente advierte sobre los riesgos que encierra una práctica de la investigación y la innovación en ciencias sociales, que estaría ceñida por la “dominación de los métodos cuantitativos… y la despreocupación por el aspecto cualitativo de los problemas implicados”
En efecto, son complejas estas relaciones y profundo es el debate acerca de los intentos de “asepsia ideológica” que de pronto recorren los pasillos de la tecnocracia (dicen por ahí); por ello justamente y por la salud del diálogo y el respeto a la divergencia, habrá que dar continuidad a esta discusión (“ideológica”), pues no quisiera pensar que el simposio en cuestión, a la postre, sea calificado (o descalificado) por ciertos círculos críticos, académicos, al pensar que en éste se llevó a cabo un acto fallido de “vacunación ideológica”. No, no, de ninguna manera… Ojalá que no haya en nuestro medio ese tipo de adjetivos.
SDP Noticias
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