miércoles, 19 de julio de 2017

Asamblea del PRI: ¿Meade or not Meade?




Pablo Hiriart

El único atractivo que tiene la próxima asamblea del PRI para los observadores es ver si cambian o no los estatutos para que se abra la candidatura presidencial a ciudadanos no militantes de ese partido.

Es decir, se incluye a José Antonio Meade en la baraja de precandidatos o se le quita esa carta al presidente.

Meade no tiene el requisito que marca el artículo IX del capítulo III de los estatutos del PRI, que exige, para ser candidato presidencial, una militancia de por lo menos diez años.

Los demás precandidatos fuertes sí la tienen: Miguel Osorio, Aurelio Nuño, José Narro, Enrique de la Madrid, y algunos incluyen en esa lista al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila.

Los mencionados son consejeros nacionales, para lo cual se necesitan los mismos requisitos exigidos en la candidatura presidencial. No hay duda con ellos.

El candado de haber ocupado un puesto de elección popular ya no existe. Se quitó en marzo de 2013.

Como se sabe, en el PRI hay voces sensatas que están por abrir la posibilidad a que un ciudadano no militante sea candidato presidencial de ese partido.

Hay quienes sostienen, con conocimiento del tema, que el PRI no resistiría una reforma estatutaria con dedicatoria personal para hacer candidato a Meade.

Ahora bien, la reforma al artículo IX del capítulo III en menos de un mes, ¿haría candidato de manera automática al secretario de Hacienda?

Claro que no. Y menos con un presidente como el actual, que ha pasado por todos los escalafones de su partido y sabe las mañas y trucos del 'juego que todos jugamos'.

Un cambio de estatutos en la siguiente asamblea inscribiría a Meade en la baraja de presidenciables, pero no lo convertiría en candidato de facto.

El presidente sólo tendría más amplia la baraja para tomar la decisión, luego de ponderar las virtudes y defectos de cada uno de los precandidatos.

Y, por supuesto, ver cuál de esos perfiles es el más apropiado para ganar las elecciones, y de ser el caso, darle viabilidad al país en los siguientes seis años.

Meade es una carta de lujo para el PRI, dada la situación de desprestigio de ese partido y la necesidad de sumar a votantes que vayan más allá del militante duro. ¿La debe tener en sus manos, junto a las otras, el que va a tomar la decisión? ¿O de plano ésta la desechan?

Eso lo tendrá que decidir el PRI en menos de un mes. Y no será definitivo.

Pero en caso de darse el cambio de estatutos en la próxima asamblea, puede ser sólo un distractor. Una forma del presidente Peña de 'tapar al tapado' A su tapado.

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