Ser candidato presidencial, sin distingo de partidos, es un privilegio que pocos en la vida pueden tener. Ser aspirante a ello es un poco más amplio, y más en estos tiempos en los que cualquiera se siente con aptitudes para participar en lo que parece un mercado de ofertas.
Es cierto que hace muchos años que fue reformado el artículo 82 que frenaba las aspiraciones presidenciales de los hijos de extranjeros y que todo mexicano mayor de 35 años puede aspirar a serlo, y que la vía independiente ofrece un mayor número de oportunidades, además de la creación de más partidos políticos, abrieron un abanico de posibilidades.
Todo lo anterior convierte en sueño realizable las aspiraciones de unos más en esta ocasión.
El proceso electoral federal del 2018 trae interesados a una serie de personajes políticos y no políticos pero aspiracionales, otros.
La lista es amplia y la realidad es que solamente uno de ellos será el presidente de la República; los demás, como se acostumbra en México, quedarán mascullando su coraje, su ira, su odio, su rencor y su rechazo a los resultados oficiales.
Los recientes resultados electorales en dos de los tres estados del país que fueron a las urnas el pasado 4 de junio, dan cuenta del poco respeto que se le tiene a los organismos electorales, sin distingo de partidos.
Eso sucederá, sin duda, en los comicios federales del año próximo, donde se conjuntan la elección presidencial y la del Congreso de la Unión, además de algunas locales.
Falta un año para que eso suceda y los más de dos decenas de nombres que suenan se mueven al ritmo que ellos quieren, sin una autoridad electoral que frene sus ímpetus.
Salvo los personajes del PRI, los demás anteponen sus aspiraciones y las expresan las más veces posibles que pueden, aunque aclaran cada uno de ellos que primero está el programa y después el personaje, aunque saben que mienten.
De unas semanas a la fecha, los aliancistas y hasta los que no lo son expresan esa tesis de conocer el programa para ver de qué lado se alían.
En el PRI siempre se ha mantenido esa premisa de que primero el programa y después el hombre, aunque nunca les sale el proyecto como desean.
Hace algunos años (1975), el entonces presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Jesús Reyes Heroles, uno de los grandes pensadores de este partido, fue burlado por el entonces Ejecutivo federal, Luis Echeverría Álvarez.
Reyes Heroles no se cansaba de repetir que primero era el programa del partido, para analizar cuál de los personajes que aspiraban era el adecuado para cumplimentarlo, pero al presidente de la República no le importó y el candidato fue “destapado” por el eterno jerarca obrero, Fidel Velázquez Sánchez.
El dirigente priista fue burlado y al poco tiempo relevado del cargo de presidente del partido y se quedó como estigma la juagada de la que fue objeto.
Para los priistas no es tan importante una cosa como el programa, ya que lo principal es la decisión del Ejecutivo federal, como lo será en esta ocasión.
Los priistas, como siempre, tienen una larga fila de aspirantes, algunos de ellos con posibilidades y otros que quieren subirse al carro de los sueños:
Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, exgobernador de Hidalgo y exdiputado federal.
Luis Videgaray Caso, exdiputado federal y exsecretario de Hacienda y actual secretario de Relaciones Exteriores.
José Ramón Narro Robles, exrector de la UNAM, exsubsecretario de Gobernación y actual secretario de Salud.
Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública.
Ese es el círculo cerrado de aspirantes, aunque hay otros que mantienen vivas sus esperanzas de colarse.
José Antonio Meade, secretario de Hacienda y exsecretario de Desarrollo Social y de Relaciones Exteriores se mantiene como el emergente del PRI, ya que sería un candidato ciudadano, por no militar en ese partido.
Ivonne Ortega Pacheco, diputada con licencia, exsenadora y exgobernadora de Yucatán, se mantiene atenta, aunque con pocas posibilidades.
Eruviel Ávila Villegas, gobernador del Estado de México vio descender sus posibilidades.
Donde la lista se incrementa cada día es en Acción Nacional, donde iniciaron tres: Margarita Zavala, Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle; ahora son más, con la incorporación de los exgobernadores Ernesto Ruffo, Juan Carlos Romero y el deshoje de la margarita de Luis Ernesto Derbez y Miguel Márquez, gobernador de Guanajuato.
Los gobernadores perredistas de Morelos y Michoacán continúan a la búsqueda de la candidatura de su partido, mientras que Miguel Ángel Mancera maneja la misma tesis de los priistas, primero el programa y los que deseen unirse a su causa son bienvenidos.
Andrés Manuel López Obrador va solo dentro de los aspirantes de Morena.
Partidos como el Verde, Encuentro Social, Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y del Trabajo, están a la espera de ver con quién se coaligan o de qué candidato se cuelgan.
Donde abundan los nombres es entre los aspirantes independientes:
Destacan algunos como Emilio Álvarez Icaza, defensor de los Derechos Humanos; Armando Ríos Piter, senador; Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León; Pedro Ferriz de Con, conferencista; Gerardo Fernández Noroña, activista y exdiputado, entre otros.
En este grupo expresaron alguna vez que podrían optar por estar el jefe de Gobierno de CDMX Miguel Ángel Mancera y Margarita Zavala, quien prometió estar en la boleta, a como fuera.
El paquetes es grande y todos quieren, aunque sólo uno podrá ser el triunfador de la contienda del 2018.
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